Hay cierto orgullo en llegar tarde. Permitirnos rumiar, pensar, tener claro qué es lo que queremos decir, con qué palabras, dejando a las ideas macerarse con la fricción del tiempo. Y si bien es cierto que el dar tiempo y espacio a las cosas siempre es algo positivo, también es una romantización de lo que ocurre en realidad: es difícil sacar adelante proyectos cuando se hacen por pura pasión. Que es el caso de esta lista de recomendaciones de anime, que ya se enfrenta con lo que está ocurriendo durante la temporada de primavera.
Eso no quita para que la criba haya sido exhaustiva, emocionante y sorprendentemente valiosa. De las cinco series elegidas, al menos tres son firmes candidatas de estar entre lo mejor del año, salvo que ocurra una catástrofe. Las otras dos, como mínimo, seducirán dentro de sus particulares nichos. Cuáles son las tres y cuáles las dos lo dejamos a la imaginación de cada lector, porque en parte el encanto de todo texto es, también, sacar las conclusiones propias sobre lo que quiere decir.
Dicho eso, procedemos con el anime. Lo realmente importante. Porque ya sea fruto de la casualidad o que la industria está cogiendo ritmo —o que, con tantos proyectos retrasados, han empezado a acumularse los más mimados — , este es un momento excelente para ser fan de la animación japonesa.
Hige wo Soru. Soshite Joshikousei wo Hirou
En todas las temporadas hay al menos una serie que nos hace plantearnos si no estaremos rodeados de incels. Siempre inscritas en la fantasía o la comedia romántica, siempre con un personaje masculino que o es tonto y no lo hace de malas o es el elegido y por tanto hace lo que debe hacer, son obras donde se nos demuestra que se puede ser el héroe de una historia y tratar al 50% de la humanidad como nada más que objetos. Leyendo la sinopsis de Hige wo Soru. Soshite Joshikousei wo Hirou podríamos pensar que es exactamente esa serie, pero, sorprendentemente, es todo lo contrario.
Entonces, ¿cuál es su premisa? Un hombre adulto es rechazado por una compañera de trabajo y, de camino a casa, borracho como para apenas tenerse en pie, se encuentra con una adolescente, uniforme escolar incluido, ofreciéndose sexualmente a cambio de que le deje dormir en su casa. Nuestra protagonista, artero, borracho, un poco tonto, se la lleva a casa. Y se niega a tener nada ni remotamente sexual con una persona a la que define sistemáticamente como «una niña pequeña». Porque si se la lleva a casa no es para aprovecharse de su vulnerabilidad, sino para asegurarse que nadie lo haga, decidiendo hacerse cargo de ella hasta que sea capaz de valerse por sí misma, o volver con su familia, sin que otros hombres tengan que utilizarla como un objeto.
A partir de esa premisa se cuece la historia de cómo ambos van aprendiendo a entenderse, abrirse al otro y, también, a relacionarse con el resto del mundo. Todo sin que nada de a entender que la niña y el adulto acabarán enamorándose mientras no evita, en ningún momento, señalar todas las relaciones de poder existente en las relaciones que tienen ambos, dentro y fuera de su propia relación. Algo que, si bien no quita que algunos planos son los que son —se puede cuestionar la necesidad de primeros planos de pechos, por más que tengan lógica narrativa — , Hige wo Soru. Soshite Joshikousei wo Hirou nos recuerda que no hay ninguna historia que no se pueda contar, siempre que se tenga la sensibilidad suficiente para hacerlo. Que incluso una premisa que parece concebida para enamorar a los incel puede convertirse en algo con lo que puedan comulgar personas con empatía.
Thunderbolt Fantasy S3
En occidente nunca hemos tenido muy claro qué es eso del wuxia. Conocemos las películas de kung-fu, Tigre y Dragon y La casa de las dagas voladoras tuvieron repercusión en el imaginario popular, pero nuestro conocimiento real del wuxia es, en el mejor de los casos, limitado. Aunque eso es aplicable a la cultura popular asiática en general. El wuxia en China es cultura popular, el teatro de marionetas en Taiwan es mainstream, y nosotros sabemos prácticamente nada de ambos. Lo cual explicaría por qué Thunderbolt Fantasy, que acaba de estrenar su tercera temporada, no está recibiendo la miríada de alabanzas que se merece.
Para empezar, Thunderbolt Fantasy tiene un punto de venta impepinable para cualquier fan del anime: su creador es Gen Urobuchi. Y se nota. Personajes resabiados, giros inesperados y muertes trágicas se juntan con conversaciones filosóficas y un conocimiento profundo del wuxia, convirtiéndola en una serie que no podría ser más propia de Urobuchi. Por otra parte, no es menos interesante el otro punto de venta, aunque lo sea solo en Asia, que es quién la produce: Pili International Multimedia. Una compañía taiwanesa que ha producido las series de marionetas más famosas de la historia de Taiwan, que se han exportado a toda Asia y han copado, durante décadas, los ratings de la televisión de su país. Si juntamos ambos nos queda una serie con el espíritu de un anime excelente y la excelencia artesanal de las marionetas de mano taiwanesas.
De ahí que sea una pena que esté pasando tan desapercibida. Thunderbolt Fantasy es singular, pero nunca deja de resultar familiar, al ser la mezcla perfecta entre dos culturas asiáticas como lo son la china y la japonesa. Por eso, como siempre que estrena temporada, debemos recomendar Thunderbolt Fantasy. Porque es una de las grandes series de nuestro tiempo y el desconocimiento al respecto de la cultura sobre que la erige nos está impidiendo verlo.
Odd Taxi
Existe la idea de que los animes son siempre o historias de fantasía o historias de instituto, siendo todo lo demás la excepción, la rara avis aceptable. Esto, por supuesto, no es verdad. Sería como decir que todas las series de televisión estadounidenses son o dramas al estilo HBO o comedias románticas donde sólo cambia la clase social de sus protagonistas: una reducción al absurdo bastante grosera. Lo cual no quita para que haya verdaderas rara avis, series que realmente rompen el molde con contundencia, como es el caso de Odd Taxi.
Su mundo es uno donde animales antropomórficos hacen su vida como la hacemos nosotros. Nada más. No hay metáforas de clases sociales con animales, tampoco un profundo significado en la elección de cada animal; son homo sapiens, pero en forma animal. Su principal protagonista es una morsa taxista que, de algún modo, se ve envuelto en el caso de una desaparición de una colegiala, lo cual le pondrá en el centro de un montón de historias interconectadas, no todas con el mismo tono, ninguna de ellas falta de interés. De ese modo, mezclando diálogos brillantes, con un ritmo apasionante y excelentes observaciones sobre la vida en la sociedad contemporánea, Odd Taxi va construyendo capítulo a capítulo un casting de personajes complejo y maravilloso del cual no es difícil enamorarse.
Si el Tarantino de Pulp Fiction hiciera una serie de animales antropomórficos y consiguiera desvincularse un poco de la mafia para observar a la sociedad en su conjunto, haría algo muy similar a Odd Taxi. Una serie que funciona humorística, dramática y intelectualmente. Una auténtica delicia que nos demuestra que, con una premisa poco comercial y unos valores de producción ajustados, se puede hacer una serie excelente si la escritura y la dirección están perfectamente afinadas para crear una obra que se sabe arte.
Vivy
Un buen método para crear historias es mezclar conceptos que a priori no parecen casar bien entre ellos. Coger dos ideas lo más alejadas posibles entre sí, juntarlas, y ver hasta donde nos lleva partir de esa mezcla para crear un nuevo concepto. Vivy hace exactamente eso. Y los dos conceptos que mezcla son Terminator y Vocaloid.
La historia de Vivy es sencilla. Diva, la protagonista, es una robot que viaja 100 años atrás en el tiempo para evitar que los robots lleguen a alzarse contra los seres humanos, exterminándolos en el proceso. Esta es la parte Terminator. La parte Vocaloid es que, en vez de dedicarse a destruir robots y la compañía que llegará a crearlos, Diva es una cantante sin interés alguno por la misión que le han encomendado, pero pronto se dará cuenta de que para cantar mejor tiene que entender los sentimientos humanos, lo cual le llevará a ir descubriendo poco a poco los caminos de la empatía. Algo que le hará cambiar el mundo, paso a paso, no mediante el terrorismo, como era el propósito original que le habían asignado, sino a través de entender el corazón de los demás.
De animación espectacular, dirección sólida y guión resultón, Vivy es la serie de la cual se enamorará quienes estén ya dentro del anime, pero que también puede seducir al público que deje los prejuicios en la puerta y acepta una historia que pretende ser, precisamente, un blockbuster de prestigio en formato animación. Una serie singular que aspira a ser comercial, incluso un éxito global, sin perder por eso la capacidad de crear algo diferente. Aunque sea fusionando dos conceptos mainstream.
Bishounen Tanteidan
Pocos escritores de nuestro tiempo tienen tanta personalidad como Nisioisin. Tanto dentro como fuera de Japón, los autores capaces de desarrollar un estilo tan reconocible como el suyo a la vez que producen una cantidad mastodóntica de novelas, sin por ello hacer sufrir la calidad de la misma, se pueden contar con los dedos de una mano. Por eso siempre hay que estar atentos cuando se estrena una nueva adaptación de sus novelas. Porque, como mínimo, siempre nos despertará interés por lo que escribió originalmente.
Bishounen Tanteidan, que podríamos traducirlo como El club de chicos guapos detectives, es exactamente lo que promete. No por nada, la premisa es que los protagonistas son parte de un club que tiene únicamente tres reglas para pertenecer a él: 1) ser chico, 2) ser guapo, y 3) ser detective. Como no podía ser de otra forma, tienen una cuarta regla, pero eso ya es parte de la narrativa y ante eso es mejor guardar silencio. Si al concepto le sumamos que es una adaptación de Nisisioisin es fácil saber qué nos cabe esperar. Rocambolescos casos detectivescos, diálogos ágiles repletos de respuestas ingeniosas, personajes con muchas capas de profundidad ocultas tras comentarios sutiles y ningún texto expositivo, además de un perfecto control del ritmo y el tono de la historia. Si a eso sumamos que la serie está producida por SHAFT, también cabría decir que tiene una dirección sólida y vanguardista con un gusto por el detalle rayano lo obsesivo. Algo que hace de Bishounen Tanteidan una de las series a tener en consideración esta temporada.
Es por eso que Bishounen Tanteidan se puede ver de dos formas. Como una serie de detectives jocosa con ciertos momentos emocionales que nunca para de darnos giros y diálogos chispeantes, o como una serie de detectives con una profundidad asombrosa que no para de meter el pie en cada charco que encuentra, defendiendo sus ideas con una elegancia asombrosa, no permitiéndose caer nunca en clichés o ideas facilonas. Es decir, es puro Nisioisin. Una serie que funcionará igual de bien para quien busque mero entretenimiento y para quien busque algo más. Algo para lo que vive y muere la obra de Nisioisin, uno de los escritores más singulares de nuestro tiempo.
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