Adentrarnos en los clásicos contemporáneos de la música de regiones tan herméticas como Japón es una tarea francamente difícil. Pero para eso nos facilita la tarea Metropolis, la revista más importante de tendencias japonesas en inglés, con su lista de las 16 mejores canciones japonesas.
El eclecticismo con el que ha sido abordada la lista nos da un amplio panorama pero siempre circunscrito en las tres mismas coordenadas: respeto a la tradición, occidentalismo y ruptura de vanguardia. Aunque es una lista que nos da sorpresas constantes siempre sigue una línea bien definida de los sonidos que aborda, teniendo la mayoría mucho más en común de lo que parece en primera instancia. Por esto mismo, no nos vendrá mal tener algunas referencias más sobre que nos encontramos en esta muy interesante, a la par que ecléctica, lista.
En primero de los puntos, el respeto a la tradición, es evidente con la inclusión bastante abultada de músicos de enka. La tradición pesa a Japón pero incluso en éste caso ya empezarían a abordar el segundo punto, un acercamiento a los sonidos más occidentales. El sorprendente y desconocido Kan Mikami hace una perfecta mezcla entre enka y blues con ciertos toques folk en una combinación fantástica. Otro ejemplo más conocido y reputado dentro y fuera de las fronteras niponas sería la inclusión de Pizzicato Five. Con su mezcla de lounge, bossa nova, chanson y ciertos toques de enka y electrónica darían forma al actual sonido del indie tokyota, el shibuya-kei. Dos casos extremos de occidentalización serían la inclusión de Guitar Wolf y de Sigh. Los primeros por garageros que, además, solo han triunfado fuera de las fronteras de Japón. Los segundos por su black metal abigarrado, de un sonido trash/black primigenio exquisito, que les llevarían a llamar la atención del mismo Euronymous.
Aun dentro de esa occidentalización pero ya tocando el terreno más experimental estarían Judy and Mary. El tema elegido, Music Fighter, sería el perfecto cruce a medio camino entre las canciones lounge de Pizzicato Five y el ruidismo técnico de los Boredoms más controlados. Y precisamente estos segundos tienen representación con P‑Model, uno de los proyectos paralelos de Yamantaka Eye. Y entre todo este caos es curioso como las necesarias concesiones al j‑pop que se realizan son a través de los temas más extremos y extraños de los grupos elegidos siguiendo esta estela, como Ukifune de GO!GO!7188.
Así desarrollan algunas de las directrices más evidentes de la música japonesa del underground más accesible y de la tradición más olvidada. Un interesante paseo del cual no se puede sino aprender mucho sobre ese gran desconocido que es la música japonesa. Ahora, si me disculpan, tengo que seguir explorando el avantgarde pop de los bizarros Frank Chickens.
No conocía esa revista, pero la lista esta parece muy interesante. Ahora me pondré a ver los vídeos, aunque algunas canciones ya las conocía…