Sentimos que aún cuando todas las posibles cuestiones científicas
hayan recibido respuesta, nuestros problemas vitales todavía
no se han rozado en lo más mínimo. Por supuesto que entonces
ya no queda pregunta alguna; y esto es precisamente la respuesta.
Ludwig Wittgenstein
Wittgenstein, de Derek Jarman
El mayor problema de cualquier pensador auténticamente radical son siempre aquellos que se declaran sus exegetas. Cuando pretendemos decir que seguimos el pensamiento de x individuo, que somos sus discípulos, que hemos dedicado la vida a ahondar en sus ideas, lo único que estamos diciendo es que hemos decidido juramentar nuestra vida sobre algo que debería situarse como punto de partida de otra cosa. El pensamiento radical lo es porque no se deja aprehender, incluso cuando se pretende límpido de toda ambigúedad. Es por ello que cuando pretendemos coger el pensamiento de alguien y continuarlo, pero no dejándonos infectar por él para que nos lleve hasta donde le interesa, sino utilizándolo como una herramienta subordinada al criterio que hemos establecido como canónico en él, estamos traicionando su propia condición originaria; la instrumentalización del pensamiento evaporiza toda condición revolucionaria que hubiera en el mismo. De eso se nutren hoy muchos académicos. El problema es que no existe modo a través del cual podamos conocer una realidad auténtica a través de análisis canónicos establecidos por aquellos que pescan en profundidad en las aguas de un pensamiento en el cual nunca han buceado.
El triunfo de Derek Jarman quizás consista en que no es un pescador, no es su profesión alimentarse físicamente con lo que logre pescar —que eso explicaría la situación del pensador medio, ¿cómo pensar a contrapelo si eso implica arriesgarse a clavarse los anzuelos de otros pescadores, perder la barca, el favor de los otros marineros o acabar muerto por los accidentes propios de los abismos? — , y por ello puede permitirse sumergirse en las fosas para así reproducir una estructura que vaya más allá de lo que sería lógico en primer orden. Donde otros simplemente pescaban, él decidió visitar los abismos donde habitaba su objetivo para así poder plasmarlo en su total particularidad.
¿Cómo debería ser la biografía de un filósofo radical, la biografía de Ludwig Wittgenstein? Algo que se define sólo a través de una radicalidad que sirva como espejo para entender su propuesta a través del espejar; plasmar su filosofía per sé carece de sentido, hablar sólo de su vida no tiene valor intrínseco: su vida, como una vida convulsa y llena de ejemplos, sirve para comprender su filosofía. La biografía de Wittgenstein no nos dice nada sobre su filosofía, no nos enseña nada que no estuviera ya en ella, pero puede servir como espejo en la cual observarla con mayor claridad. A partir de este juego biográfico/teórico en el cual se confunde lo filosófico con lo vital, que no sólo lo vital con lo filosófico, es a partir de donde Jarman construye un totum revolutum absolutamente coherente a través del cual va tirando de forma sistemática todas las escaleras que ha utilizado para llegar hasta donde se sitúa; el andamiaje teórico que crea, el como lo vital y lo filosófico se explican mutuamente sin revelar nada que no estuviera intrínsecamente en el otro, se disuelve en tanto la separación que es evidente al principio hacia el final de la película desaparece: ya toda vida es teoría como toda teoría es vida. Queda disuelta la linealidad, porque cada momento contiene ya en sí la totalidad del pensamiento.
Acerca del filósofo Ludwig Wittgenstein, fallecido. La solución del enigma de la vida en el espacio y el tiempo se encuentra fuera del espacio y el tiempo. Pero como usted y yo sabemos, no hay enigmas. Si una pregunta se puede formular, también se puede contestar.
Sólo si aceptamos ésto a priori, incluso en un a priori que desconocemos en el momento de entrar en el juego, podemos aceptar que aquí se encuentra una pequeña obra maestra biográfica en un formato poco dado a la construcción filosófica literal que no acabe siendo traición de la ficción, un documental, o traición del cine, un vídeo ensayo —y en la mayoría de ambos casos, también traición a la filosofía — . Es por eso que se construye como una rara avis para una rara avis, porque aun cuando se digiere como una forma de ficción todo su andamiaje se basa en una apropiación experimental del pensamiento (la filosofía) en su forma cinematográfica (el montaje) que tiene sus efectos en el conjunto de la obra: es una mímesis real, una representación real que se nos presenta en la ficción, que se articula como una mímesis de mundos posibles, una representación sólo coherente con respecto de su propia ficción.
Lo fácil aquí sería decir que es una cuestión de juegos del lenguaje aplicados al cine, que el montaje asumido es un juego del lenguaje que podríamos denominar como experimental a partir del cual se articula una realidad. Y aunque sería cierto, no sería verdad. En tanto construye un mundo ficticio con piezas reales sólo nos sirve como reflejo de la mímesis real Wittgenstein, articulando así un mundo posible que no es más que el perfecto reflejo lógico de todo aquello que es la mímesis real Wittgenstein: pensamiento y vida de alguien real cristalizan como núcleo estrictamente real de la mímesis propia que se articula como centro de su mundo, de su ser-película.
Si un león hablara no lo entenderíamos, porque su marco de referencia lingüística nos resultaría tan ajeno a nuestra comprensión del mundo que no podríamos saber que nos está intentando transmitir. Esto es lo que pasaría si pretendiéramos entender el pensamiento de alguien obliterando de forma sistemática todo aquello que consideramos que es inaceptable e ilógico, que no puede ser parte alguna del mundo, incluso cuando somos completamente conscientes de que eso está ahí; si obviamos el pensamiento místico de Wittgenstein, entonces desnaturalizamos su pensamiento porque no entendemos buena parte de su lenguaje. He ahí que cuando la película introduce aliens y cualquier otra clase de formas fantásticas no está pretendiendo establecer una función satírica fuera de lugar dentro de una lógica realista que no debería permitir su intromisión, sino que está articulando las formas particulares del pensamiento wittgensteiniano; en tanto el mundo de Wittgenstein es una representación del pensamiento del filósofo, en tanto lo místico y la diferencia radical es parte inherente de su pensamiento ésta se infiltra de forma lógica dentro del mismo.
El pensamiento (real) configura aquí el mundo (posible). Es por ello que sólo aquel que se sumerge sin prejuicio alguno dentro de él, que bucea de forma profunda y arriesgándolo todo en comprender el mundo y el lenguaje que rodeaban su experiencia filosófica, ha sido capaz de entender de una forma auténtica que se ocultaba detrás del mismo para, de éste modo, poder reconstruirlo en una nueva conformación. He ahí que la magia del cine aquí se construye en aquello que tiene de traducción y, por ello, de traición: hace inteligibles al aunar en un juego común todos los juegos del lenguaje que antes se nos mostraban como divergentes entre sí. He ahí la respuesta.