1.
Cuando Eugene Ionesco compone El nuevo inquilino lo hace, desde el más esencial de sus comienzos, con la intención de crear un estado de absurdo que acontece sólo dentro de un sentido establecido como normal; la ama de llaves maruja, los vecinos insidiosos y la mudanza que se retrasa, todos problemas cotidianos que quien más quien menos ha debido vivir a lo largo de su vida, sirven como formas a través de la cual establecer un paradigma básico de esa tendencia normalizada: el nuevo inquilino no es nuevo por no haber estado antes, sino por resultar una completa rara avis dentro de ese contexto. Sus formas educadas y su completo desentenderse de las formas caducas, cuando no directamente insidiosas o trasnochadas, de cuantos le rodean crea su estado de novedad tanto o más que el hecho de que sea nuevo en el sentido de recién llegado. El llenar la casa, el edificio, la calle y la ciudad entera de muebles que resultan extraños, que su colocación resulta contranatura para los obreros que llevan sus objetos, es sólo otro rasgo más de todo auténtico nuevo inquilino: disruptir las bases esenciales del pensamiento anterior para imponer el suyo propio.
2.
Siendo esto la celebración de un premio cristalizado en forma de libro, quizás pueda parecer un acontecimiento absurdo guarecerse en la ausencia de imágenes, el evitar la reminiscencia de la memoria (también cristalizada) del acontecimiento. Somos blogueros, somos acéfalos; ¿qué sentido tendría acudir a la imagen, algo que evitamos de facto cuando nos escondemos tras una pantalla tecleando casi con desesperación, sin esperar mayor exposición que la que nuestras palabras demuestran? Igual que los faceless techno bollocks experimentaban su propio disruptir lo real a través de su novedad radical en tanto existir en ausencia, los blogueros tenemos esa tendencia equivalente a la desaparición: somos los faceless blog bollocks.
3.
4.
¿Puede existir una novedad radical en algo que siempre se sustenta dentro de un devenir radical? Sólo en tanto la tendencia se circunscribe dentro de una lógica extraña, dentro de aquello que aun permanece oculto ya sea en el espacio o en el tiempo, ese devenir nuevo es posible de una manera que se sostenga dentro de la lógica de lo real. Ahora bien, esto tendría alguna lógica si el mundo tuviera un sentido último que permitiría que cuando desvelamos una verdad esta sea necesaria y absoluta, no contingente y parcial, pero ese mundo donde la realidad es un todo metafísico perfecto que llega hasta una ciencia perfecta e inviolable en todo mundo posible no existe —la gravedad existe y es innegable, pero sería posible que nunca hubiera existido la gravedad sin por ello violar el sentido del mundo; si somos capaces de concebir una idea del mundo, es porque esa idea es contingente, no necesaria. O lo que es lo mismo, la novedad radical es siempre posible en el mundo en tanto, fuera de una ciencia que entendemos como necesaria porque de hecho no cambia aunque pudiera cambiar, toda forma pensamiento humanista está siempre en discusión; en palabras de Hegel, todo filósofo tiene el deber de pensar los problemas específicos de su tiempo.
5.
La noche tiene
nuestras piezas perdidas,
el haiku es real.
6.
7.
Los nuevos inquilinos traen una diferencia en el pensamiento, pero toda forma de pensamiento trae nuevas —nuevas-nuevas y nuevas-viejas, pues lo viejo que se creía perdido también puede ser fruto de la novedad— composiciones formales con las que trabajar: pantallas, impresoras, vídeos, música, hipervínculos, tags, imágenes, indiferenciación de géneros, pero también la vejez apasionada del papel y la lectura; amoldan todo sentido al suyo propio, porque son los camaleones que han decidido hacer de la casa de su tiempo un sitio donde poder analizar las cosas a su aire, como lo hicieron antes otros. Son los magos que tejen el sentido de lo real, que buscan el auténtico valor del mundo en la oscuridad impenetrable de la noche de nuestros tiempos.
Deja una respuesta