Movimientos (totales) en el arte mínimo (XXVIII)

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Deus Ex: Mankind Divided (Trailer)
Eidos Montreal
2015

Todo buen trai­ler de­be­ría fun­cio­nar co­mo obra in­de­pen­dien­te. Aunque su la­bor sea pro­mo­cio­nal, ya que bus­ca ge­ne­rar ex­pec­ta­ción en lo que se­rá des­pués la obra com­ple­ta, pa­ra re­sul­tar atrac­ti­vo de­be ser una pie­za que ten­ga in­te­rés ver por sí mis­ma; las obras que no tie­nen va­lor de for­ma in­de­pen­dien­te de lo que re­pre­sen­tan son inú­ti­les, in­clu­so en tér­mi­nos pro­mo­cio­na­les, por­que son de­pen­dien­tes de un con­tex­to del que ca­re­cen per sé. En el ca­so de los trai­lers por­que sir­ven co­mo ade­lan­to sin po­der de­pen­der de co­no­cer la obra, en el ca­so de las obras com­ple­tas por­que el mun­do al que alu­den tar­de o tem­prano des­apa­re­ce­rá o cae­rá en el ol­vi­do. Toda obra de­be ser au­to­su­fi­cien­te, de­be con­te­ner to­dos los có­di­gos estético-narrativos ne­ce­sa­rios pa­ra su in­ter­pre­ta­ción, si no quie­re caer en el peor de los de­fec­tos po­si­bles del di­se­ño ar­tís­ti­co: la irrelevancia.

No es ne­ce­sa­rio ex­pli­car na­da, por­que Deus Ex: Mankind Divided se ex­pli­ca por sí mis­mo. Adam Jensen sal­vó el mun­do en el pa­sa­do, pe­ro las co­sas no me­jo­ra­ron: un gru­po te­rro­ris­ta for­ma­do cy­borg han de­ci­di­do to­mar­se la jus­ti­cia por su mano con­tra un go­bierno que los uti­li­za co­mo ca­be­za de tur­co pa­ra con­ven­cer a la opi­nión pú­bli­ca de la ne­ce­si­dad de im­po­ner nue­vas me­di­das au­to­ri­ta­rias. En se­gun­do plano, los amos del mun­do apro­ve­chan to­da mues­tra de des­con­ten­to pa­ra afian­zar su po­der a tra­vés del te­rror. En tan­to Jensen es cons­cien­te de lo que ocu­rre de­ci­de no unir­se al gru­po te­rro­ris­ta, sino com­ba­tir el au­tén­ti­co bra­zo ar­ma­do del po­der, el po­der en las som­bras. Aunque eso sig­ni­fi­que car­gar de igual ma­ne­ra con­tra go­bierno, cor­po­ra­cio­nes y terroristas. 

Su jue­go de sím­bo­los es po­de­ro­so, sin am­bi­güe­da­des. Manos, alas; na­da más. Primero ve­mos a la po­li­cía pe­gan­do una pa­li­za a un au­men­ta­do, el cual pi­de ayu­da lan­zan­do su mano al ai­re; des­pués se­rá ese mis­mo au­men­ta­do el que pon­ga una bom­ba en un au­to­bús, al cual ve­re­mos po­co más tar­de be­san­do la mano del lí­der te­rro­ris­ta. El do­lor res­pon­di­do con do­lor. Por otro la­do, Jensen só­lo to­ca una mano, la de una víc­ti­ma del aten­ta­do, en con­tra­po­si­ción a la mano be­sa­da del lí­der te­rro­ris­ta. Es el hé­roe por­que co­no­ce el do­lor de los ino­cen­tes, por­que lo ha­ce su­yo, por­que no lo uti­li­za pa­ra lle­var a ca­bo sus in­tere­ses per­so­na­les. He ahí la ra­zón de ser de las alas. Mientras que en la an­te­rior en­tre­ga eran el sím­bo­lo de Ícaro, trans­mi­tien­do así la per­di­da de hu­ma­ni­dad al con­ver­tir­se en cy­borg, aquí tie­nen un efec­to di­fe­ren­te: da­da la acep­ta­ción de sus cir­cuns­tan­cias es un án­gel, un ser en­tre lo hu­mano y lo di­vino, que vie­ne al asal­to de los cie­los pa­ra cas­ti­gar a los mal­va­dos así en la tie­rra co­mo en el infierno.

Es una na­rra­ción com­ple­ta, ce­rra­da pa­ra sí, aun­que abier­ta pa­ra ser ex­pan­di­da a pos­te­rio­ri en otras obras. No es pu­bli­ci­dad va­cía, es un acer­ca­mien­to al mun­do de Deus Ex: Mankind Divided, al uni­ver­so Deus Ex, a unas cir­cuns­tan­cias del mun­do que no son só­lo nues­tras, sino que tam­bién son uni­ver­sa­les a cual­quier tiem­po y lu­gar que ha­ya ha­bi­ta­do el hombre.

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