Existe cierta condición traumática inherente al viaje. Sea por necesidad o placer, por obligación o decisión propia, el viaje implica, necesariamente, confrontar nuestra experiencia del mundo con lo que es realmente el mundo más allá de nuestros prejuicios: al salir de la comodidad de nuestro hogar ponemos en tela de juicio aquello que dábamos por supuesto, incluso la posibilidad misma del hogar, del yo, del nosotros. Eso no significa que nuestro juicio sea acertado, que el viaje implique necesariamente alguna clase de revelación verdadera: el trauma tiene una condición bipoiética, ya que nace tanto de la decepción como de la revelación. En ocasiones, viajar sólo sirve para confirmar prejuicios o establecer juicios erróneos. Acercarse hacia otros lugares, alejarse del hogar, también implica la posibilidad de perderse por el camino; huir de uno mismo, del hogar edificado, es bastante común cuando uno hace turismo: ante la falta de implicación real, el jardín del vecino siempre parece más verde.
Metafóricamente, volar tiene implicaciones similares a salir de viaje. Descubrimiento, peligro, huida; el que vuela está viajando hacia alguna parte, incluso si es su forma natural de transporte: los pájaros emigran como los aviones siguen una ruta comercial, pero igualmente todos ellos acaban volviendo al hogar. Al nido, al hangar. Cuando Future Islands hablan de un «largo vuelo» en Long Flight también hablan de un «largo viaje». De hecho, antes de cantar nada ya nos da esa sensación. La introducción Desde la introducción se va moviendo desde una cierta señal de alarma, los sintetizadores en un bucle de sonidos agudos, hasta conducirse en un aumento rápido de la tensión, la entrada de la batería y el bajo, que se asienta cuando empieza a cantar Gerrit Welmers los dos primeros versos: «I got back from a long flight, You said you’d meet me there,». La vuelta al hogar, la alarma, la sospecha de lo que haya podido ir mal en nuestra ausencia —que, en cualquier caso, está confirmada a priori: se nos narra en pasado perfecto, ya ha ocurrido.
Ya en el tercer verso hay un pequeño juego vocal al respecto. Cuando canta «I’ve been tripping off constellations and stars» podemos escuchar un pequeño inciso entre «constellations» y «and stars», creando una sensación de separación, de mismidad; va desde lo grande a lo pequeño, desde la comunidad al individuo, donde las estrellas parecen menos integradas que las constelaciones. Cada individuo en particular se antoja más lejano, misterioso e incomprensible que el conjunto que ellos conforman. La constelación es el hogar de las estrellas, lo cual explica los dos siguientes versos «I found you at home, what was our home, with another man, oh man»; si dice en pasado «nuestro hogar» es porque ya no lo es, ya que ha violado su confianza. Ya no son parte de la misma constelación.
No es casualidad que los siguientes seis versos antes del estribillo comiencen con una aliteración, «And so I whispered into your ear», ni que exista distancia física entre ellos, ya que entre verso verso deja unos segundos de silencio. Ella mira las estrellas, ella no está pensando en él — al pertenecer ahora a constelaciones diferentes, cuando ella observa las estrellas no le está observando a él: las estrellas están lejanas, ella no es capaz de ver una estrella ajena a su constelación. Esa idea se refuerza de varias maneras en el estribillo. En el ámbito musical, a través de un muro de ruido blanco: se introducen guitarras distorsionadas, heredadas del shoegaze, produciendo un distanciamiento físico entre ambos personajes, pero también entre la primera parte de la canción y el estribillo; en el ámbito lírico, a través de otra aliteración: «you can’t look me in my eyes anymore». Aunque es cierto que en la tercera parte no continúa la aliteración, si mantiene la continuidad metafórica: la vista, el no ver. «And I went off and saw things I’ve never seen, I really wanted you there». En el viaje él ha aprendido algo, pero ella se niega a mirar nada.
Aquí es cuando se complica la posible interpretación de lo que implica el viaje. Siguiendo la lectura que nos ha sido dada, existen tres posibles significados del viaje: que él tuviera que desaparecer un tiempo por algún motivo justificado, que su relación estaba asentada y no era un capricho temporal o que la propia ruptura sea el viaje que han iniciado. Todas ellas son válidas. La primera se justifica en el primer minuto, como ya hemos visto; la segunda se justificaría con la metáfora de las estrellas y las constelaciones, dándonos a entender que había algo serio entre ellos; la tercera es la que haría uso de la metáfora de la vista del estribillo: ella no puede mirarlo, sea por la culpa o por cualquier otro motivo, por lo cual no puede aprender nada de lo ocurrido. Él insiste en observarla, en pensar sobre lo ocurrido, y, en tanto sigue amándola, preferiría que ella fuera capaz de aprender algo de todo eso. ¿Retomar la relación? No necesariamente: sólo aprender algo del viaje.
Una vez acabado el estribillo, cuando nos conduce hacia los únicos cinco versos de la canción que no son ya una aliteración de alguno anterior, podemos verlo con bastante claridad. Aquí el muro de ruido decae, aunque el ambiente siga cargado, mientras el tono de voz de Welmers se debate entre lo agresivo y lo sensual, entre la velocidad y la calma. En eso existe una correlación con el estribillo. Allí decía «You know you hurt me so bad» haciendo una pequeña pausa entre «You know you hurt me» y «so bad», como si dudara de que ella pueda hacerle tanto daño de forma consciente. He ahí que, como hace poco después, declare que lo que necesita es tenerla cerca justo ahora («This is what I need: You, by me – right here – by me»), ya que sólo su presencia, que lo mire a los ojos y sea sincera, podría exorcizar su propia presencia.
La evolución a partir de aquí es puramente musical. Después del segundo estribillo vuelve sobre sus pasos, cantando varias veces una vez se ha eliminado de nuevo el muro de ruido el verso «Just “cause needed a hand». Ahí tenemos los auténticos sentimientos de él: parte culpa, parte comprensión; aunque no puede comprender sus motivos, ni siquiera puede culparla. Y eso le cabrea. De ahí que la tercera y última repetición del estribillo sea la más agresiva, pero también la más emotiva: en lo vocal se combinan gritos y susurros, en lo instrumental el muro de ruido se vuelve más denso que nunca para ir diluyéndose lentamente en un ruido blanco electrónico. Y acaba crepitando, tenue, como un teléfono con problemas de señal o una señal de alarma por la que sólo se puede oír la electricidad circulando. Incluso la música mimetiza el sentimiento del que él hace gala al final: resignación.
¿Por qué resignación? Porque eso ocurrió en el pasado, pero aun hoy sigue recordándolo. No es de extrañar que en Long Flight (Undressed Version) opten por una predominancia de bajos y piano o que la repetición de «Just “cause needed a hand» vaya acompañada de un particular énfasis en el violín: lo que siente en el fondo, lo que queda cuando desnudamos todas las cortapisas emocionales, es pura tristeza. Se ha resignado, nunca podrá comprenderlo ni conseguir una explicación por parte de ella. Tendrá que vivir con la culpa de un desprecio, de una mirada que evita su encuentro, que nunca será capaz de comprender.
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