El ser humano es el animal hegemónico por excelencia debido a su capacidad innata de adaptación, quizás por eso todas nuestras relaciones de posibilidad con el mundo se ven infinitamente mediadas por nuestra adaptación. La convivencia nace en el seno de adaptarnos a las costumbres del otro del mismo modo que la escritura sólo se puede dar cuando el escritor se adapta a las necesidades de la obra, un ente vivo en sí mismo, que está escribiendo. Por eso Los Millones de Santiago Lorenzo, la primera referencia del autor y de Libros Mondo Brutto, es tan fantástico.
En Marzo de 1986 a Francisco Garcia le tocan doscientos millones de pesetas en la Lotería Primitiva, el problema es que no puede cobrar el premio por no tener DNI; no tiene DNI por ser del GRAPO. Se podría resumir muy acertadamente toda la novela en el epígrafe anterior sino temiéramos dejar fuera lo que hace realmente increíble la novela: sus personajes. Siguiendo la estela solondziana de Lorenzo nos encontramos conque Francisco vive una vida miserable siendo una célula operativa del GRAPO. Trabaja por cuatro duros y su vida se le escapa entre los dedos mientras bebe trifásicos en el bar Coyfer esperando un contacto de sus superiores que jamás llega. Todo cambia cuando conoce a Primitiva, una joven periodista que le dará un vuelco a su corazón y le endulzará su vida, hasta el punto de hacerle ver la posibilidad de cambiar de vida. Pero no nos engañemos, aquí no hay cabida para historias de amor, es una novela donde hay una historia de entendimiento que precipitará en igual medida tanto el amor como la fortuna y la desgracia.
Pero cuando escarbamos hasta lo más profundo del corazón de Los millones nos encontramos la palpitante pasión por Madrid de su propio autor. Como un flaneur amateur nos va describiendo la vida de una Madrid antigua, la de 1984, que tanto ha cambiado en algunos lugares como en otros sigue siendo exactamente igual. Nos retrata las historias ocultas, las nacidas olvidadas, de una ciudad que siempre esconde sobre sus adoquines a los pobres desgraciados que son más felices en la cárcel al ver cubiertas sus necesidades que en la miseria de la calle. Y es aquí donde encontramos un amor absoluto e incondicional por sus personajes. Santiago Lorenzo se mimetiza con las desventuras de todos y cada uno de ellos haciendo de su escritura sus pensamientos. Su forma de escribir, sencilla y muy coloquial, sintetiza de modo perfecto el habla de los personajes que nos describe con un fervor pasional; con el fervor que se siente por unos personajes que viven una historia que es real para uno mismo. Quizás esto sea una historia de entendimiento pero, también, es una novela que irradia amor en cada gota de su tinta.
Quizás Los millones nunca haya existido como tal en la realidad fáctica, quizás sea sólo una representación de la lúcida mente de su autor pero, de lo que no debe cabernos duda, es que podría ser perfectamente real. Sus personajes y su historia son tan sensibles de haber existido como reales son todos y cada uno de los lugares que transitan por su particular carrera de ratas. Y esa es la magia del libro, su capacidad de sintetizar la realidad paradójica de una metrópolis como Madrid, una que es al tiempo metamórfica y atemporal. La felicidad se encuentra en comprender las pequeñas cosas que nos hacen felices.
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