• Guía de iniciación al manga (I) – Osamu Tezuka y la creación del manga moderno

    Guía de iniciación al manga (I) – Osamu Tezuka y la creación del manga moderno

    Este tex­to fue pu­bli­ca­do ori­gi­nal­men­te el 27 de ju­lio de 2017 en la re­vis­ta cul­tu­ral Canino. Ha si­do re­edi­ta­do y re­ma­que­ta­do pa­ra la ocasión.

    Todos te­ne­mos una idea bas­tan­te cla­ra de có­mo de­be ser un man­ga. Línea grue­sa, ojos gran­des, uso exa­ge­ra­do de tra­mas, di­bu­jos en blan­co y ne­gro, ten­den­cias de fo­lle­tín y el dra­ma siem­pre al on­ce. Nada de eso es fal­so, en tér­mi­nos ge­ne­ra­les, pe­ro es ab­sur­do pre­ten­der que con eso po­de­mos de­fi­nir to­dos los man­gas que exis­ten en el mundo.

    El man­ga es otra co­sa. El man­ga es mu­chas co­sas. Pero así y con to­do, no re­sul­ta di­fí­cil si­tuar un pun­to con­cre­to co­mo su ori­gen; el mo­men­to en que pa­só de ser un con­cep­to ne­bu­lo­so, no del to­do fi­jo, a te­ner los ras­gos que aca­ba­rían dan­do for­ma al me­dio tal y co­mo lo co­no­ce­mos. Porque aun­que es mu­cho más que eso, es to­do eso, y hay un nom­bre pro­pio a quien le de­be­mos una in­fluen­cia y una po­pu­la­ri­dad tal que es im­po­si­ble pen­sar el man­ga si no es a tra­vés de su fi­gu­ra. Ese nom­bre es el de Osamu Tezuka.

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  • Barbuta (UFO 50 #1) — Diseñando el pasado con un martillazo de genialidad

    Barbuta (UFO 50 #1) — Diseñando el pasado con un martillazo de genialidad

    UFO 50 es to­do a lo que de­be­ría as­pi­rar el vi­deo­jue­go co­mo me­dio. Crear 50 vi­deo­jue­gos pa­ra dar for­ma a la his­to­ria de una com­pa­ñía fic­ti­cia de una épo­ca con­cre­ta, con una sen­si­bi­li­dad muy es­pe­cí­fi­ca, es una la­bor que só­lo es po­si­ble cuan­do no se pien­sa en lo que ha­ces co­mo un me­dio pa­ra ga­nar di­ne­ro, sino co­mo un pro­pó­si­to en sí mis­mo. Es una idea in­tere­san­te, que mo­la, y que ten­ga un si­tio en el mer­ca­do o no de­be­ría ser se­cun­da­rio al he­cho de que tie­ne mé­ri­to por sí mis­mo y por eso es in­tere­san­te desarrollarla.

    Ahora bien, eso vie­ne con cier­tos pre­cios a pa­gar. Si UFO 50 bus­ca re­crear una épo­ca, una sen­si­bi­li­dad y una com­pa­ñía fic­ti­cia, y no se va a com­pro­me­ter esa re­crea­ción por fi­nes co­mer­cia­les, eso sig­ni­fi­ca que se van a to­mar de­ci­sio­nes que no se van a ajus­tar a lo que el pú­bli­co es­tá dis­pues­to a acep­tar. Si el pri­mer jue­go que ha­ce la com­pa­ñía fue rea­li­za­do por una so­la per­so­na, a es­pal­das del res­to de la em­pre­sa, pa­ra una con­so­la de 8bits y fue pu­bli­ca­do en 1982, la po­si­bi­li­dad de que es­té fal­to de to­da cla­se de pu­li­do y ten­ga ideas que no ate­rri­zan co­mo de­be­rían es al­go que de­be­ría­mos te­ner muy en cuen­ta a la ho­ra de afron­tar­lo. Porque es exac­ta­men­te lo que ocu­rre con Barbuta.

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  • Amnesia: The Dark Descent — La forma es el fondo, el fondo es la forma

    Amnesia: The Dark Descent — La forma es el fondo, el fondo es la forma

    Durante dé­ca­das se han tra­ta­do las obras de ar­te co­mo ca­dá­ve­res. Cosas a des­pie­zar en di­fe­ren­tes com­po­nen­tes pa­ra su con­su­mo, de­gus­tan­do y juz­gan­do por se­pa­ra­do ca­da uno de sus ele­men­tos co­mo si no con­for­ma­ran un to­do, un ser vi­vo, cu­ya na­tu­ra­le­za re­quie­re un acer­ca­mien­to ho­lís­ti­co. Como si el ar­te pu­die­ra juz­gar­se por el va­lor de ca­da uno de sus ele­men­tos en el va­cío, en vez de có­mo se cons­tru­yen en con­jun­to. Algo en lo que el vi­deo­jue­go no es nin­gu­na excepción.

    Por eso de­plo­ro el aná­li­sis que pre­ten­de se­pa­rar el vi­deo­jue­go en sec­cio­nes, tra­tán­do­lo co­mo un pro­duc­to tec­no­ló­gi­co —ma­tan­do su al­ma, ne­gán­do­le su ca­rác­ter ar­tís­ti­co — , por­que lo di­sec­cio­na co­mo lo ha­ría con el ca­dá­ver de una va­ca o un cer­do: no tra­tán­do­lo co­mo un ser, sino co­mo un en­te. Algo a con­su­mir y que se va­lo­ra por el be­ne­fi­cio que nos ofre­ce y no por su va­lor in­trín­se­co, por la be­lle­za inhe­ren­te al he­cho de exis­tir y ser un sis­te­ma com­ple­jo que no de­be­ría fun­cio­nar, mu­cho me­nos exis­tir, pe­ro lo ha­ce. Algo que me re­sul­ta par­ti­cu­lar­men­te san­gran­te cuan­do ha­bla­mos de un jue­go tan in­ex­tri­ca­ble­men­te ata­do a su for­ma co­mo Amnesia: The Dark Descent.

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  • Del netouyo a la alt-right. ¿Por qué los nazis llevan avatares de anime en las redes sociales?

    Del netouyo a la alt-right. ¿Por qué los nazis llevan avatares de anime en las redes sociales?

    Este ar­tícu­lo se pu­bli­có ori­gi­nal­men­te el 17 de agos­to de 2017 en Canino Magazine. Por des­gra­cia, ha re­sul­ta­do ser mu­cho más pre­mo­ni­to­rio y acer­ta­do de lo que nun­ca hu­bie­ra de­sea­do, así que aho­ra, sie­te años des­pués, lo res­ca­to aquí, en mi blog, pa­ra que se pue­da se­guir ac­ce­dien­do a él en la for­ma más óp­ti­ma po­si­ble. Que es­te ejer­ci­cio de ar­chi­vís­ti­ca sir­va pa­ra re­cor­dar que ya lo vi­mos ve­nir. Y que aún es po­si­ble pen­sar en pre­sen­te.

    Un breve recenso sobre la situación en la que nos encontramos

    Vivimos, y a la ac­tua­li­dad más re­cien­te nos re­mi­ti­mos, un te­rro­rí­fi­co au­ge de po­lí­ti­cas de ex­tre­ma de­re­cha. Y por en­ci­ma de es­vás­ti­cas y cal­vas, hay una no­ta es­té­ti­ca co­mún en­tre los dis­tin­tos gru­pos de na­zis: los ava­ta­res de ani­me ¿Acaso el ota­ku es de de­re­chas por de­fi­ni­ción? Para con­tes­tar es­tas pre­gun­tas vo­la­mos ha­cia Japón y nos aden­tra­mos en su po­lí­ti­ca y su Internet. Y lo que en­con­tra­mos allí, es el ger­men, ha­ce diez años, de lo que hoy es­ta­mos vi­vien­do en occidente.

    Japón siem­pre ha si­do un país con una gran im­pron­ta na­cio­na­lis­ta. Desde la fi­gu­ra del sa­mu­rái has­ta la di­vi­ni­dad del em­pe­ra­dor, pa­san­do por su pa­pel en sen­das gue­rras mun­dia­les y su as­pi­ra­ción de ser la má­xi­ma fuer­za co­lo­nial a prin­ci­pios del XX, su iden­ti­dad ha es­ta­do vin­cu­la­da a me­nu­do con os­ten­tar una su­pe­rio­ri­dad na­cio­nal in­na­ta so­bre los paí­ses de su en­torno. Y si bien tie­nen en su ha­ber va­rias de las ma­sa­cres y vio­la­cio­nes de los de­re­chos hu­ma­nos más te­rri­bles de la his­to­ria del si­glo XX, es al­go más bien po­co co­no­ci­do tan­to den­tro co­mo fue­ra de sus fron­te­ras. Entre otras co­sas, por­que el go­bierno ja­po­nés se nie­ga a reconocerlas.

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  • Pensando en una existencia posible más allá de nuestro recuerdo. Lista (de listas) del 2022

    Pensando en una existencia posible más allá de nuestro recuerdo. Lista (de listas) del 2022

    No hay fu­tu­ro. Si al­go ha que­da­do cla­ro en 2022 es que no exis­te un fu­tu­ro cla­ro pa­ra la es­pe­cie hu­ma­na. El cli­ma no va a me­jo­rar. La eco­no­mía só­lo pue­de ir a peor. Los ecos de gue­rra re­do­blan cuan­do pa­re­cían muer­tos. Los peo­res pro­nós­ti­cos se cum­plen e in­clu­so aque­llo que pa­re­cía muer­to ha de­ci­di­do vol­ver a la vi­da pa­ra re­cor­dar­nos que no exis­ten con­quis­tas da­das: só­lo de­re­chos por de­fen­der. Algo que no se ve ali­via­do en la co­me­dia que su­po­ne te­ner a mi­llo­na­rios ul­tra­de­re­chis­tas di­na­mi­tan­do to­do su cré­di­to so­cial y mo­ne­ta­rio por ha­cer ca­so a las ab­sur­das ocu­rren­cias de los na­zis de Internet. 

    Y sin em­bar­go hay mo­ti­vos pa­ra ser op­ti­mis­tas. Somos más cons­cien­tes que nun­ca de las re­des de apo­yos. De que nos te­ne­mos los unos a los otros. Desde lue­go que to­do es ca­tas­tró­fi­co y que es pro­ba­ble que to­do va­ya a peor, pe­ro eso no sig­ni­fi­ca que no pue­da me­jo­rar, o que no po­da­mos crear pla­nes de con­tin­gen­cia. Que no ha­ya mo­ti­vos pa­ra son­reír, ce­le­brar y ser fe­li­ces. Todos los días hay mo­ti­vos pa­ra brin­dar por al­go, y por eso es­ta­mos aquí: pa­ra que ca­da uno de nues­tros in­vi­ta­dos nos den tres ra­zo­nes por las que quie­ran brin­dar por es­te 2022 que de­ja­mos atrás, con cier­to tem­blor, con cier­ta re­ve­ren­cia, pe­ro siem­pre con ese res­pe­to de la cons­cien­cia de sa­ber que, va­ya, lo ha­ce­mos en­tre ami­gos. Más cons­cien­tes que an­tes de to­das las re­des que tenemos.

    Porque ese es el gran en­ga­ño de la mo­der­ni­dad: ha­cer­nos creer que fu­tu­ro es si­nó­ni­mo de pro­gre­so, y que pro­gre­so es si­nó­ni­mo de avan­ce tec­no­ló­gi­co y eco­nó­mi­co. Porque por su­pues­to que hay fu­tu­ro. No hay fu­tu­ro ca­pi­ta­lis­ta. ¿Pero fu­tu­ro? Sólo hay que ver es­ta lis­ta. Los bri­llan­tes ob­je­tos cul­tu­ra­les que se des­ta­can. Las por­ten­to­sas per­so­nas y pen­sa­mien­tos que han des­ple­ga­do aquí su sa­pien­cia y su amor por la hu­ma­ni­dad y sus pa­ra­bie­nes. Por su­pues­to que hay fu­tu­ro. No pa­ra el ca­pi­ta­lis­mo, pe­ro sí pa­ra la hu­ma­ni­dad. Creedme en es­to. Si me vais a creer en al­go, só­lo en una co­sa, creed­me en es­to: es­ta­re­mos bien. Y por eso, dis­fru­tad de es­ta lis­ta (de lis­tas) sin re­mor­di­mien­tos: por­que es otro pa­so más en di­rec­ción a ese fu­tu­ro prometedor.

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