• explorando las ruinas de la inmediatez pasada

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    Existe una ge­ne­ra­li­za­da pa­sión por la rea­li­za­ción de lis­tas anua­les cuan­do aun no ha ter­mi­na­do el año y, ge­ne­ral­men­te, a me­ses de que es­te aca­be. Tampoco me gus­tan de es­tas la cier­ta in­ten­ción ob­je­ti­va­do­ra que po­seen im­plí­ci­ta den­tro de si mis­mas, co­mo si de ver­dad se pu­die­ra cla­si­fi­car de un mo­do cla­ro y pro­fun­do que es lo me­jor del año en los di­fe­ren­tes as­pec­tos de la cul­tu­ra. Pese a to­do, con­si­de­ré in­tere­san­te ha­blar de que ha su­pues­to es­te año 2010 pa­ra el mun­do de la cul­tu­ra y por eso de­ci­dí ha­cer al­go di­fe­ren­te. ¿Para que ha­cer una lis­ta yo si pue­do in­vi­tar a unos cuan­tos ami­gos y co­le­gas blo­ge­ros pa­ra que me ex­pli­quen que ha si­do lo más im­por­tan­te del 2010 se­gún ellos? Y así he­mos lle­ga­do a esto.

    Con las mis­mas pau­tas mí­ni­mas pa­ra to­dos se ha con­fec­cio­na­do es­ta pe­que­ña gran lis­ta del 2010 más sub­je­ti­vo que po­drían us­te­des ima­gi­nar. Las pau­tas que les di eran te­ner que re­se­ñar tres ob­je­tos cul­tu­ra­les pu­bli­ca­dos du­ran­te 2010 en bre­ves re­se­ñas que no su­peren las dos o tres li­neas. Debido a la va­gue­dad de las re­glas y una cier­ta la­xi­tud que he per­mi­ti­do ca­da una de las in­ter­ven­cio­nes aca­ba por de­fi­nir de un mo­do ta­jan­te la sub­je­ti­vi­dad de ca­da uno de los im­pli­ca­dos. Cada cual ha in­ter­pre­ta­do que es un ob­je­to cul­tu­ral co­mo me­jor le ha con­ve­ni­do y los hay quie­nes han se­gui­do las re­glas a ra­ja­ta­bla, de un mo­do me­nos rí­gi­do o quie­nes no las han se­gui­do en ab­so­lu­to. Lo úni­co que he he­cho es man­te­ner un cier­to es­ti­lo co­mún y ca­si ni eso, ca­da una de es­tas bre­ví­si­mas lis­tas es in­di­so­lu­ble del es­ti­lo de ca­da uno de ellos. Después del sal­to les de­jo con to­das ellas, só­lo res­ta de­cir que gra­cias a to­dos y por fa­vor, dis­fru­tad con la lis­ta del 2010 de los, pa­ra mi, me­jo­res au­to­res de la blogosfera.

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  • tres millones de dragones de jade alzan el vuelo

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    Título: Mao Tse~Tung
    Páginas: 189
    Medidas: 15.5cm x 22.2cm
    Peso: ~70g
    Fuente: Times New Roman
    Estilo: ta­pa rús­ti­ca, pa­pel poroso
    # de pa­la­bras: ~5.000
    # de poe­mas: 37
    # de fo­tos: 10
    Edición: Ediciones Jucar
    Prologado por: Alberto Moravia

    Hagamos una bre­ve y ne­ce­sa­ria abs­trac­ción: Mao Tse~Tung no fue un dic­ta­dor, ni ja­más tu­vo que ver con nin­gu­na gran mar­cha por China; fue só­lo un poe­ta. Al rea­li­zar es­ta abs­trac­ción, al des­mi­ti­fi­car a Mao y de­jar só­lo an­te no­so­tros un hom­bre des­nu­do, po­de­mos leer a tra­vés de él, de su poe­sía, co­mo si su cuer­po fue­ra tras­pa­ren­te ha­cia su al­ma. De es­te mo­do re­cor­de­mos una va­lio­sa lec­ción que ya pa­re­ce ha­ce mu­cho ol­vi­da­da; que no os cie­gue la política.

    Pu: Quinping le

    Monte Liupan

    Octubre 1935


    El cie­lo al­to, nu­bes claras,
    nos de­te­ne­mos a con­tem­plar los ána­des salvajes
    que vue­lan ha­cia el sur.
    Si no al­can­za­mos la Gran Muralla
    no so­mos chi­nos de verdad,
    cuen­to con los de­dos el ca­mino ya recorrido:
    diez mil kilómetros.

    Sobre la al­ta ci­ma del mon­te Liupan
    las ban­de­ras ro­jas lentamente
    se des­plie­gan al vien­to del oeste.
    Hoy te­ne­mos en nues­tras ma­nos la lar­ga cuerda.
    ¿Cuando ama­rra­re­mos al Dragón Verde?

    El va­lor de la poe­sía es re­tra­tar el al­ma de una per­so­na, un pue­blo, un tiem­po o un mun­do. No exis­te re­tra­to que sea más cer­te­ro por su sub­je­ti­vi­dad que el del poe­ta hil­va­nan­do las pa­la­bras que con­for­ma­rán el per­fec­to ros­tro de una reali­dad en cier­nes, de una reali­dad que no se de­be ol­vi­dar. Recordemos a Mao, el que poe­ti­zó una ver­dad y ac­tuó con­tra ella. Seamos co­mo la poe­sía, un ac­to dra­co­niano de resistencia.