Cromartie High (Co-Ed) (en Chromartie High School, episodio tercero)
Hiroaki Sakurai
2003
Murmurar es comprender el mundo. Comprender el mundo no porque en los murmullos se esconda una verdad plena, absoluta, que puede ser decodificada a través de un habla inteligible renunciada a la palabra como objeto o idea, sino por aquello que no es: ni habla ni canto, sino murmullo. Esa no forma es lo interesante. En Cromartie High (Co-Ed) toda la trama gira alrededor de un hecho fortuito, Shinjiro Hayashida tiene pegada una canción cuyo nombre no es capaz de recordar, que va expandiéndose hasta conformar una constante que pasa de la anécdota hasta la historia, porque su entidad adquiere dimensión de cambio: no sólo se le pega una canción, es por ello que ocurren cosas.
¿Cómo se conforma una historia, en contraposición de una anécdota? Una historia es una anécdota (descubrirse murmurando una canción cuyo nombre desconoce) que evoluciona con el tiempo (descubrir que hay otros que afirman tener la misma canción pegada) con giros consistentes de trama (descubrir que son dos canciones diferentes y que, por extensión, decida todo el instituto intentar descubrir que canción es) hasta llegar hasta un momento de cambio como catarsis (todo el instituto monta un coro para murmurar la canción y aprenden a cantar mejor) o no-cambio como catarsis (no saben cual es la canción, pero ahora cantan mejor). La anécdota pararía no en un cambio catártico, sino en un hecho acontecido (Shinjiro Hayashida descubre que canción es) que no implica catarsis. No cambia nada en su situación. Si aconteciera ese acontecimiento, que descubriera el origen de la canción —que ni es el caso ni pudiera serlo, porque en tanto episodio de una serie constituye trama argumental, historia, no anécdota — , entonces no habría catarsis; o sí, lo habría, pero por acontecimientos exógenos al descubrimiento: la catarsis sería el coro, no descubrir que Mechazawa va murmurando la canción por fanático del músico, a pesar de que el orgullo impida preguntar el nombre de la canción y el artista.
Ese descubrir algo de sí mismo o del mundo, es la catarsis. Bien sea descubrirse cantando mejor o siendo incapaz de conocer algo por intereses encontrados de orgullo, estamos ante un hecho catártico: existe un final, una razón para que los acontecimientos llegaran hasta aquel lugar.
Murmurar es comprender el mundo porque la catarsis nos permite conocer, de forma limitada, en construcción, la realidad constitutiva del mundo. O lo que es lo mismo, no es necesario conocer la canción porque en el mero murmurarlo hemos aprendido al menos dos cosas en el proceso: a cantar mejor y a ser conscientes de que el orgullo nos impide preguntar de quién es una canción a alguien que se declara conocedor e interesado en la misma. También porque murmurar, a diferencia de hablar, no compromete a nada: murmurar se descubre como experiencia en un lenguaje privado que no requiere ser significado. Murmurar es no-expresar con no-palabras. Murmurar es aprender por intuición aquello que, quizás, ni siquiera tenga palabras.