Es difícil navegar entre la turbulenta producción del presente. Cada día se generan nuevos proyectos, nuevas obras, nuevas posibilidades, haciendo que estar al tanto de todo lo que se produce en el mundo sea una quimera equivalente al pretender poder tener conocimiento sobre todas las cosas que ocurren en la existencia. El problema es que eso nos ha llevado al etnocentrismo. En nuestro tiempo, la supremacía cultural de occidente en general y de Norte América en en particular resulta evidente: vemos sus series, leemos sus libros, incluso Nueva York nos resulta más familiar que Albacete; es más fácil enfangarse en la desmedida información promocional que nos llega sobre los productos norteamericanos —a los cuales, en último término, centra la atención la mayor parte del público— que intentar descubrir qué se está haciendo en otras latitudes. Bien sea por comodidad o por prejuicios asumidos, cualquier acercamiento hacia otra cultura es siempre visto desde la excepción, no desde la naturalidad, y siempre filtrado previamente por el interés generado por la agenda oficiosa norteamericana. Es hora de hacer otras hojas de rutas, mostrar otros caminos posibles.
Cuando la dominación cultural nos ciega, es necesario ejercer la labor de prescriptores. Si bien contra los prejuicios luchamos todos los días, ¿qué hacer contra la comodidad? Hacer cómodo el acceso a la diferencia. Es por eso que, para hablar de las series estrenadas en 2015 —sólo temporada de invierno de anime, que es la que ahora nos atañe — , nos hemos encargado de hacer una selección de series basándonos en dos criterios: que sean las más significativas por sí mismas, que el criterio de elección no sea el fanatismo otaku (cosa que ni somos ni tenemos), y que sea la primera temporada de la serie, prescindiendo así de la necesidad de «ponerse al día». Eso deja fuera estrenos importantes, como Durarara!!×2 Shō, pero aún nos permite hablar de otras cinco series. Series de las que hablamos sin más dilación, que podemos empezar a ver ya mismo.
Assassination Classroom (por Madhouse, de Seiji Kishi)
Una extraña criatura con aspecto de pulpo ha destruido el 70% de la Luna, provocando que sea una luna creciente para siempre. En un año destruirá la Tierra. Antes de que pase ese año concede a la humanidad una posibilidad de vitarlo: trabajará como profesor en la clase 3‑E del instituto Kunigigaoka, donde sus alumnos podrán intentar asesinarle a cambio de la suma de mil millones de yenes financiados por el gobierno. El problema es que Koro-sensei, nombre que sus alumnos le ponen al pulpo que afirma haber nacido y sido criado en la Tierra, es capaz de moverse a Mach 20.
Aunque Seiji Kishi no tiene obras de anime relevantes en su haber, Assassination Classroom venía propiciado por el éxito del shōnen —manga para adolescentes, resumiendo pronto y mal— homónimo de Yūsei Matsui. Su animación es impecable, con ligeros tintes experimentales, para una serie que hace de la comedia su principal punto fuerte a través de un personaje principal completamente desquiciado; la no-humanidad Koro-sensei, su velocidad y la excepcional preocupación por sus alumnos entretejen, ya en sus primeros veinte minutos, una comedia que despunta por dejar entrever intereses más profundos que el gag vacío de contenido. ¿Qué nos cabe esperar del futuro de la serie? Mucha acción, más humor aún, reflexiones sobre el sentido de la existencia y, aunque parezca extraño para un shōnen, que lo es, reflexiones bastante interesantes sobre las implicaciones político-sociales de la educación, el colectivismo y el sistema competitivo tardocapitalista. O al menos será así si siguen de cerca al manga, cosa que esperamos ocurra.
Death Parade (por Madhouse, de Yuzuru Tachikawa)
Cuando dos personas mueren al mismo tiempo aparecen en un extraño local, un lugar de paso entre la vida y el más allá. Allí tendrán que jugar a un juego elegido aleatoriamente, desde el billar hasta los dardos de los vistos hasta el momento, donde pondrán en juego su destino; uno se re-encarnará en la tierra, el otro se perderá para siempre en el vacío. Cada episodio es autoconclusivo, contándonos la historia de una pareja de muertos, aunque también seguiremos la vida de las personas que trabajan en ese local en el más allá en su día a día.
La serie basada en un corto de animación de Yuzuru Tachikawa, Death Billiard, y producida por Madhouse, productora detrás de las obras de directores como Satoshi Kon y Mamoru Hosoda, es la apuesta fuerte de la temporada. El corto era un ejemplo exquisito de narrativa obsesiva, diseño sugerente y animación rayana la excelencia. La serie no se queda atrás en ningún aspecto. Introduciéndonos en historias autoconclusivas conducidas por la metatrama de la vida cotidiana de los empleados del local, la serie podría considerarse como una mezcla entre el corto original y Bartender, la excelente (y desconocida) serie producida por Palm Studio. Debemos esperar reflexiones sobre el sentido de la existencia, pero también sobre cualquier tema que pueda atravesar la vida: el amor, la lealtad, la amistad, el odio y la verdad son los que temas que ya, en su primer episodio, se han ido tocando hasta el momento. La apuesta fuerte de la temporada dirigida hacia el público adulto.
The Rolling Girls (por Wit Studio, de Kotomi Deai)
Diez años después de la gran guerra de Tokyo todas las prefecturas de Japón se han convertido en naciones independientes. Cada nación está defendida por un héroe de poderes sobrehumanos, que a su vez tiene su propio ejército de mobs —literalmente llamados así, no es una licencia poético-lúdica — , que se enfrenta a los héroes de las demás naciones para hacerse con el poder. Cuatro chicas mob del clan Saitama deben viajar por todo Japón en sus motos, bajo órdenes de su héroe, para mediar y estudiar las distintas luchas y el surgimiento de nuevas naciones y clanes.
Aunque Kotomi Deai es prácticamente desconocido, Wit Studio son famosos por ser el estudio de producción detrás del anime de la temporada pasada: Ataque a los titanes. Con más dinero disponible del que jamás podrían haber soñado tener se involucran en esta producción propia de diseño exquisito, trama sugerente y desproporcionados valores de producción en cuyo primer capítulo nos ponen (muy) someramente en situación. Y nada más. Aunque estéticamente exquisito, el regusto à la Kill la Kill —la última joya de una productora que sólo manufactura joyas, Trigger— se hace excesivo y, además, carecemos de todo baremo para evaluar como evolucionará, por lo cual es una incógnita absoluta su potencial. Si se enfangará en temas políticos o se quedará en un slice of life sobre el poder de la amistad, si tendrá contenido o será un envoltorio bonito para la enésima iteración del más de lo mismo, es algo que de momento no podemos ni siquiera intuir. En cualquier caso, junto con Death Parade, es la gran apuesta anime de la temporada para gran parte de crítica y público. Aunque sólo sea por la obscena cantidad de dinero invertido en publicidad.
Yatterman Night (por Tatsunoko Production, de Tatsuya Yoshihara)
Erase una vez una pareja de héroes, los Yattermen, que, en mitad de una guerra, consiguieron derrotar a un grupo de villanos trayendo la paz al mundo, creando para ello el Reino de Yatter, un lugar paradisíaco donde reina la concordia. O eso cuenta la leyenda. Los descendientes de aquellos villanos, muchas generaciones después, siguen exiliados del reino. Cuando Leopard, una niña de diez años descendiente de Doronjo, la líder de aquel grupo de villanos, intenta entrar en el reino, para así conseguir medicinas para su madre moribunda, se lo impiden por su ascendencia. Entonces, ante tamaña injusticia, decide retomar el papel de sus antepasados y combatir el poder totalitario de los Yattermen.
Tatsunoko Production no debería necesitar presentación, pero eso demuestra hasta que punto vivimos bajo un dominio cultural anglocéntrico. Los creadores de Speed Racer, Comando G, Chicho Terremoto y Macross/Robotech, entre otra infinidad de títulos clásicos del anime, nos traen un spin-off de su popular serie Yatterman. ¿No ibamos a dejar fuera continuaciones? Ahí está la cuestión: para ver Yatterman Night no es necesario conocer la serie original. Valores de producción altos, destellos de experimentación y una animación de primer nivel hacen de la serie uno de los valores seguros de la temporada, a falta de ver si evoluciona adecuadamente. Siendo parte de una obra clásica, de un estudio de confianza y apostando ya de entrada por un trasfondo sensible que no respeta vaca sagrada alguna —cuestionando el papel del héroe o la unicidad de los actos bondadosos, algo prácticamente tabú incluso en las narraciones arriesgadas—, sería difícil que lleguemos a quemarnos de poner la mano en el fuego por esta serie.
Yurikuma Arashi (por Silver Link, de Kunihiko Ikuhara)
Mucho tiempo atrás un planeta estalló provocando una lluvia de meteoritos sobre la tierra. Aquello produjo, por alguna razón desconocida, que los osos se volvieran violentos y atacaran a los humanos, obligándolos a hacer los Muros de la Extinción parar separar a osos y humanos. Años después, dos osas se disfrazan de humanas para acudir a la academia Arashigaoka para intentar comerse humanas, especialmente a la humana, llamada Kureha Tsubaki.
Cualquiera que conozca la obra de Kunihiko Ikuhara sabe lo que puede esperar de sus series. El componente LGBT (o yuri, si se prefiere) está represente de forma explícita desde el minuto uno, con las osas haciendo referencias hacia el comer en sentidos abiertamente sexuales, y con cantidades exorbitantes de simbolismo que se mueve alrededor de los sentimientos de culpa y enamoramiento desde una óptica netamente lésbica. Como es costumbre en la obra de Ikuhara. La serie se nos antoja como si David Lynch se hubiera tragado veintisiete veces seguidas Sailor Moon —serie en la que ha trabajado Ikuhara, para más señas— antes de comerse a Alejandro Jorodowsky metido de LSD. Desde ya la serie más extraña de la temporada, pero también una con serias posibilidades para convertirse en un clásico de culto absoluto.
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