A Real Hero EP, de College
Que lo retro es una parte consustancial de nuestra forma de vida contemporánea es algo que deberíamos tener tan asumido como que vivimos rodeados de los espectros de otro tiempo. Bajo esta óptica entonces deberemos adoptar la posición del escéptico por necesidad: todo lo que suene de otra época es sospechoso de no ser más que parte de ese espíritu retro; debemos protegernos de los espectros del pasado-presente que intentan imponernos un status quo permanente sin posibilidad de remisión en el presente. Pero entonces David Grellier, único integrante de College, ¿es sospechoso de estar poseído por los espíritus del casiotone ochentero o sin embargo es un genuino constructor de máquinas espectrales? Dilucidar esto se vuelve perentorio en nuestro contexto, y eso haremos.
El estilo musical de College destaca por seguir una ortodoxia pura del sonido 80’s; el despliegue preciosista de un minimalismo tremendamente efectista se va solapando en una suma de capas de sintetizador simples con un bajo dando forma estructural al conjunto. Las voces femeninas etéreas, algo que aunque propio de la época se debería achacar a grupos revival como Glass Candy, construyen una atmósfera melancólica reminiscencia de un pasado cercano que parece perdido en la niebla. Esto, que ‑al menos a priori- le hace sospechoso de dejarse poseer por algunas de las conformaciones más deliciosas del synthpop, se va conformando en una utopía heroica propia de otro tiempo según se va dulcemente desplegando la canción homónima del EP, A Real Hero. Un héroe imposible que ha demostrado ser / un ser humano real y un verdadero héroe, lo cual lo emparenta con la visión moderna ‑entendiendo moderna por la Edad Moderna- del héroe: todo hombre es un héroe en potencia; todo héroe es sólo un hombre que sabe lo que hay que hacer.
Pero el resto del disco escapará, al menos aparentemente, de esas connotaciones heróicas para regodearse en un estilo quizás más cercano al propio del electro house. Y es de éste modo como aniquila toda posibilidad de no ser más que un mero revival sin personalidad de los 80’s: adopta un discurso propio y distintivo donde aúna el espíritu originario del synthpop con las formas que le son más propias a nuestro tiempo. Con una constante mirada descarada hacia el trabajo de Kavinsky, auténtico prodigio de la fusión synthpop/electro house, construye una interesante aspectualización maquinal donde la electrónica de vanguardia se nutre de los espíritus mutilados del p0p más demodé para conformarse en el futuro de la electrónica. Asume con una naturalidad imposible la estética del synthpop hibridada en las formas más espectaculares del electro house francés.
Tanto es así que incluso cuando se deja transportar hacia un ochenterismo sin concesiones, como el caso de su videoclip She Never Come Back, esconde un sutil motor contemporáneo. Mientras vemos a la chica pintarse y juguetear delante del espejo tenemos la certeza de su partida, como bien anuncia el título, porque ella es los ochenta. Porque los ochenta son todas esas chicas adolescentes cantando delante del espejo canciones de un synthpop anquilosado, ya retro en su tiempo mismo, que se fueron para no volver. Cualquier intento de simular los colores, la vitalidad o las imágenes-sentimiento de los 80’s es un simulacro y, por ello, sólo puede representarse en su huida. Por ello el trabajo de College se ve sublimado a una época, nuestra época, porque no intenta devolvernos a un tiempo pasado (que no fue ni mejor ni peor, sólo diferente) sino que aprovecha nuestra nostalgia para edificar el discurso del presente. Y eso jamás dejará de estar bien, ni ahora ni en el Tiempo, porque es ese precisamente el trabajo de los héroes.
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