explorando las ruinas de la inmediatez pasada

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Existe una ge­ne­ra­li­za­da pa­sión por la rea­li­za­ción de lis­tas anua­les cuan­do aun no ha ter­mi­na­do el año y, ge­ne­ral­men­te, a me­ses de que es­te aca­be. Tampoco me gus­tan de es­tas la cier­ta in­ten­ción ob­je­ti­va­do­ra que po­seen im­plí­ci­ta den­tro de si mis­mas, co­mo si de ver­dad se pu­die­ra cla­si­fi­car de un mo­do cla­ro y pro­fun­do que es lo me­jor del año en los di­fe­ren­tes as­pec­tos de la cul­tu­ra. Pese a to­do, con­si­de­ré in­tere­san­te ha­blar de que ha su­pues­to es­te año 2010 pa­ra el mun­do de la cul­tu­ra y por eso de­ci­dí ha­cer al­go di­fe­ren­te. ¿Para que ha­cer una lis­ta yo si pue­do in­vi­tar a unos cuan­tos ami­gos y co­le­gas blo­ge­ros pa­ra que me ex­pli­quen que ha si­do lo más im­por­tan­te del 2010 se­gún ellos? Y así he­mos lle­ga­do a esto.

Con las mis­mas pau­tas mí­ni­mas pa­ra to­dos se ha con­fec­cio­na­do es­ta pe­que­ña gran lis­ta del 2010 más sub­je­ti­vo que po­drían us­te­des ima­gi­nar. Las pau­tas que les di eran te­ner que re­se­ñar tres ob­je­tos cul­tu­ra­les pu­bli­ca­dos du­ran­te 2010 en bre­ves re­se­ñas que no su­peren las dos o tres li­neas. Debido a la va­gue­dad de las re­glas y una cier­ta la­xi­tud que he per­mi­ti­do ca­da una de las in­ter­ven­cio­nes aca­ba por de­fi­nir de un mo­do ta­jan­te la sub­je­ti­vi­dad de ca­da uno de los im­pli­ca­dos. Cada cual ha in­ter­pre­ta­do que es un ob­je­to cul­tu­ral co­mo me­jor le ha con­ve­ni­do y los hay quie­nes han se­gui­do las re­glas a ra­ja­ta­bla, de un mo­do me­nos rí­gi­do o quie­nes no las han se­gui­do en ab­so­lu­to. Lo úni­co que he he­cho es man­te­ner un cier­to es­ti­lo co­mún y ca­si ni eso, ca­da una de es­tas bre­ví­si­mas lis­tas es in­di­so­lu­ble del es­ti­lo de ca­da uno de ellos. Después del sal­to les de­jo con to­das ellas, só­lo res­ta de­cir que gra­cias a to­dos y por fa­vor, dis­fru­tad con la lis­ta del 2010 de los, pa­ra mi, me­jo­res au­to­res de la blogosfera.

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Por Aureal

Misfits (Season 2)

Es di­fí­cil equi­vo­car­se con las se­ries bri­tá­ni­cas. Era ca­si im­po­si­ble fa­llar con Misfits. La se­rie más di­ver­ti­da y fres­ca vol­vía en 2010, con una se­gun­da tem­po­ra­da que, una vez más, se pa­sa vo­lan­do. La tor­men­ta que dio po­de­res a un gru­po de cha­va­les en ASBO (tra­ba­jos co­mu­ni­ta­rios por ac­ti­vi­da­des an­ti­so­cia­les) no les ha con­ver­ti­do en su­per­hé­roes, ni si­quie­ra en freaks. Cada uno ex­pe­ri­men­ta una evo­lu­ción y no­so­tros con ellos, gra­cias a que son unos per­so­na­jes ge­nial­men­te es­cri­tos que re­vien­tan los tó­pi­cos del gé­ne­ro. Este ge­nial hí­bri­do en­tre Heroes y Skins es­tá lla­ma­da a ser la se­rie que de­fi­na a la ge­ne­ra­ción 2.0.


Danger Days, de My Chemical Romance

¿Cómo re­gre­sar cuan­do has lle­ga­do a lo más al­to? Ese era el pe­so que los chi­cos de Gerard Way lle­va­ban so­bre sus hom­bros tras “The Black Parade”. Tras un co­mien­zo en fal­so con un dis­co de­se­cha­do, MCR vuel­ven con “Danger Days”. Una re­in­ven­ción to­tal de la ban­da, le­jos de la pe­sa­dum­bre de an­te­rio­res tra­ba­jos y abra­zan­do la di­ver­sión, la aven­tu­ra y el so­ni­do des­car­na­do sin flo­ri­tu­ras. Los “Killjoys” nos han conquistado.

Scott Pilgrim con­tra el mun­do, de Edgar Wright

Nuestra ge­ne­ra­ción de freaks & geeks, crea­da en­tre te­beos, con­so­las y mú­si­ca in­die, ya tie­ne su pro­pia pe­lí­cu­la. Edgar Wright (“Arma Fatal”) de­rro­cha ima­gi­na­ción y con­si­gue crear un “có­mic vi­vien­te”, lla­ma­do a ser obra de cul­to. Un sor­pren­den­te Michael Cera se ro­dea de se­cun­da­rios que lo pa­san en gran­de y un des­plie­gue vi­sual in­con­tes­ta­ble. Scott Pilgrim es una cáp­su­la del tiem­po con los pe­da­zos más bo­ni­tos y cá­li­dos de los me­jo­res años de nues­tra vida.

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Por Dr. Zito

Donde aso­man las culturas:

Tres pro­duc­tos au­dio­vi­sua­les que con­fir­man tres tendencias

The so­cial net­work, David Fincher.

Ya ve­nían avi­san­do. Que en la nue­va ver­sión de Star Trek fue­ra el Sr Spock y no el Capitán Kirk quien se lle­va­ba al huer­to a la tía bue­na de turno y que el nue­vo Doctor Who ha­ya ca­len­ta­do los mo­to­res de las jo­ven­ci­tas bri­tá­ni­cas en su quin­ta tem­po­ra­da eran se­rios avi­sos de que el geek-chic, el nerd ap­peal, son la nue­va fuer­za a te­ner en cuen­ta. Una fuer­za que el film de Fincher ele­vó a la ca­te­go­ría de fun­da­dor de im­pe­rios en su elec­tri­zan­te sem­blan­za del crea­dor de Facebook.

The Walking Dead, de Frank Darabont.

Otra de­mos­tra­ción de que el mains­tream cul­tu­ral bus­ca y re­bus­ca nue­vos ico­nos en su pe­ri­fe­ria. Los zom­bis ra­bio­sos de 28 días des­pués y el re­ma­ke de Dawn of the dead o la ver­sión no­ve­la­da de Orgullo y pre­jui­cio zom­bi mos­tra­ron el ca­mino a las ma­sas: Lo zom­bi mo­la. Y aun­que la se­rie de Frank Darabont es­té muy por de­ba­jo de las co­tas de ca­li­dad del co­mic en la que se ba­sa, es la de­mos­tra­ción de que lo zom­bi es ya car­ne de pri­me time.

Inception, de Christopher Nolan.

Si con el cam­bio de si­glo pe­lí­cu­las co­mo Matrix o El show de Truman cues­tio­na­ban la reali­dad de nues­tro mun­do con afa­nes más o me­nos sub­ver­si­vos, el pro­pó­si­to del mun­do irreal di­se­ña­do por Christopher Notan era to­tal­men­te psi­co­te­ra­péu­ti­co. Como ya apun­ta­ba el pe­no­so re­ma­ke de El Prisionero, es­tre­na­do tam­bién en 2010, Inception con­fir­ma­ba que la ci­vi­li­za­ción ya no es un pro­ble­ma que de­ba­mos me­jo­rar o cam­biar. Ahora el pro­ble­ma es tu cabeza.

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Por El Gotico

Balada tris­te de trom­pe­ta, de Alex de la Iglesia:

Alex de la Iglesia ha crea­do co­sas me­jo­res, y tam­bién peo­res, pe­ro Balada… es una pe­lí­cu­la que po­see un ad­je­ti­vo que po­cas ve­ces se da en el ám­bi­to ci­ne­ma­to­grá­fi­co pa­trio, es una pe­lí­cu­la ne­ce­sa­ria. Necesaria en una mul­ti­tud de as­pec­tos que abar­can des­de su dis­cur­so has­ta su po­si­ción en la in­dus­tria, y que en de­fi­ni­ti­va nos con­fir­ma con su apues­ta vis­ce­ral ser dig­na su­ce­so­ra de es­te ti­po de pro­pues­tas de an­tes, de cuan­do «aquí sa­bía­mos ha­cer cine».

Kick-ass, de Mark Millar y John Romita Jr.

El tra­ba­jo de Millar y Romita en Kick-ass es mu­cho más im­por­tan­te y sa­tis­fac­to­rio de lo que el fan me­dio ‑que tien­de a abu­chear a Millar por con­vic­cio­nes ad­qui­ri­das que no comprende- sos­pe­cha y ad­mi­te. Reinvención pop y ac­tua­li­za­ción es­pi­ri­tual de El Quijote, el pa­te­tis­mo so­cial 2.0 y la pro­fun­da me­lan­co­lía que en­vuel­ven al si­glo XXI que­dan re­fle­ja­dos en el dis­cur­so de Kick-ass co­mo de­be ha­cer­se en un buen có­mic de su­per­hé­roes, a hos­tias. Pena que la pe­lí­cu­la fue­se una pu­ta mierda.

Centurión, de Neil Marshall

Sencillez na­rra­ti­va y sen­ti­do del rit­mo por un di­rec­tor que tie­ne muy cla­ro sus re­fe­ren­tes. Sucesor de John Carpenter y de un mo­do muy con­cre­to de en­ten­der el ci­ne, Marshall des­tro­za las imá­ge­nes asép­ti­cas e in­sí­pi­das a las que no tie­ne acos­tum­bra­do el ci­ne ac­tual e im­pri­me pa­sión, buen ha­cer y mu­gre has­ta con­se­guir una de las me­jo­res jo­yas del año. Espíritu clá­si­co y for­mas de se­rie B ma­ra­vi­llo­sas en pan­ta­lla gran­de que des­gra­cia­da­men­te no fue­ron va­lo­ra­das an­te re­cla­mos más evi­den­tes de amor por el me­dio, co­mo la fa­lli­da Machete. Lástima, Centurión te­nía vio­len­cia, te­nía ac­ción, te­nía mu­gre y te­nía una gran re­fle­xión pa­ra el buen entendedor.

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Por Francis Ruiz

El Negocio De Los Negocios 1: El Dinero Invisible, Denis Robert, Yan Lindingre y Laurent Astier.

A raiz del ca­so Clearstream, el pe­rio­dis­ta Denis Robert em­pren­dió una in­ves­ti­ga­ción so­bre la ma­ra­ña de di­ne­ro y co­rrup­ción de­trás del es­cán­da­lo. El re­sul­ta­do, ade­más de una se­rie de li­bros, dis­gus­tos per­so­na­les, de­man­das ju­di­cia­les y aco­so pe­cu­nia­rio, es es­te có­mic, pri­me­ro de una se­rie de tres, en el que el pe­rio­dis­mo de in­ves­ti­ga­ción se ca­na­li­za a tra­vés de las vi­ñe­tas. Necesario, por su cla­ri­dad ex­po­si­ti­va y por el te­ma que trata.

Balada Triste de Trompeta, Álex de la Iglesia.

Podemos en­fras­car­nos en in­ter­mi­na­bles dis­cu­sio­nes so­bre pro­ble­mas de guión, de es­truc­tu­ra, rit­mo y to­das esas co­sas que se han ve­ni­do cri­ti­can­do. Pero nos en­con­tra­mos an­te el tra­ta­mien­to más va­lien­te de la Guerra Civil y de la his­to­ria de España en años, tan­to por las ba­ta­llas ini­cia­les co­mo por la arries­ga­da ale­go­ría de los pa­ya­sos lu­chan­do por la bailarina.

Deadly Premonition, Access Games.

Unos va­lo­res de pro­duc­ción pé­si­mos. Unas ju­ga­bi­li­dad que ro­za el de­sas­tre ab­so­lu­to por de­ci­sio­nes erró­neas de los crea­do­res. Una ban­da so­no­ra pro­gra­ma­da, se­gu­ra­men­te, por un sa­bo­tea­dor del jue­go. Y sin em­bar­go, es un jue­go adic­ti­vo, con una his­to­ria úni­ca y un am­bien­te in­mer­si­vo que da pie co­mo po­cos jue­gos a la com­pli­ci­dad con el jugador.

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Por Garm

1. El twit­ter de Kanye West: co­mo una su­per­es­tre­lla del hip hop re­vo­lu­cio­na el mun­do en vi­vo y en di­rec­to. Desde pe­dir­le dis­cul­pas a Taylor Swift a ata­ques de au­to­cons­cien­cia y de au­sen­cia de es­ta. Brillante.

2. El mo­vi­mien­to Witch House / Ghost Drone: una co­mu­ni­dad de gru­pos con nom­bres im­po­si­bles co­mo †‡† (leí­do rrri­tualzzz), I>§<I (leí­do Silver Strain) o I†† (leí­do itt) que re­nie­gan de las con­ven­cio­nes de Internet y se or­ga­ni­zan iti­ne­ran­te­men­te en mul­ti­tud de si­tios webs diferentes.

3. Julian Assange co­mo Jesucristo y Anonymous co­mo fuer­za so­cial mains­tream: que gran­des imá­ge­nes pa­ra el ima­gi­na­rio co­lec­ti­vo nos ha de­ja­do Wikileaks y cuán mo­lo­na es la apa­ri­ción en te­le­vi­sión de un gru­po cu­yo sím­bo­lo prin­ci­pal es la ca­re­ta de Guy Fawkes.

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Por Lola Fett

X’ed Out, de Charles Burns.

Parecía im­po­si­ble, no ya su­pe­rar, sino sim­ple­men­te man­te­ner el ni­vel de su an­te­rior Black Hole, pe­ro Charles Burns me ha de­ja­do el cu­lo tor­ci­do con una nue­va do­sis de lo ero­ti­co­ta­ni­coc­tó­ni­co y sublimado-suprimido-elevado y con co­lo­ri­nes y y. Que lo leas.

Enter The Void, de Gaspar Noé.

Otro con el que ha­bía ex­pec­ta­ti­vas. Tras su tri­lo­gía Carne/Seul con­tre tous/Irreversible, y re­tra­sos y sa­li­das en fal­so mil, por fin he­mos po­di­do ver es­te film, téc­ni­ca­men­te im­pre­sio­nan­te, y del que hay gen­te que has­ta ha­bla bien, pe­que­ña ano­ma­lía que la Justicia Universal se en­car­ga­rá de corregir.

Thomas El Oscuro, de Maurice Blanchot.

Vale, es­ta novela-o-whatever no es que sea de es­te año, pe­ro yo me la he leí­do és­te y yo soy yo y vo­so­tros epi­fe­nó­me­nos, así que co­mo es tan ra­ra y no he he en­ten­di­do un pi­mien­to y eso que me la he leí­do dos ve­ces, pues ho­la, aquí estás.

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Por Luna Miguel

FÉLIX FRANCISCO CASANOVA, MY DARK BOY

El don de Vorace, no­ve­la; Yo hubie­ra o hu­bie­se ama­do, dia­rio; Cuarenta con­tra el agua, poe­mas (Demipage, 2010), de Félix Francisco Casanova,

La pu­bli­ca­ción de la no­ve­la, poe­mas y dia­rios de Félix Francisco Casanova ha sig­ni­fi­ca­do una bo­ca­na­da de ai­re, no fres­ca, sino os­cu­ra y pro­fun­da pa­ra las le­tras es­pa­ño­las. La li­te­ra­tu­ra y la his­to­ria de es­te es­cri­tor ca­na­rio muer­to en ex­tra­ñas cir­cuns­ta­cias a los die­ci­nue­ve años en 1974 son má­gi­cas y des­de hoy ne­ce­sa­rias pa­ra los lec­to­res y crea­do­res. Casanova le­gi­ti­ma la ju­ven­tud, lo bri­llan­te de la in­ge­nui­dad, lo vi­tal de los pri­me­ros poe­mas, lo trá­gi­co, tam­bién, de una ado­les­cen­cia re­fu­gia­da en­tre los li­bros y una muer­te incierta.

Podría ser un pro­duc­to de los me­dios, o un in­ven­to edi­to­rial, sin em­bar­go poe­mas co­mo Eres el me­jor mo­men­to pa­ra mo­rir­me, lo di­cen to­do so­bre el nue­vo Rimbaud maldito.

BETTY BLUE O MUERTE
Autopsia. Autoedición re­co­pi­la­to­ria de los di­bu­jos de Betty Blue

Betty Blue es el seu­dó­ni­mo de una es­tu­dian­te de Bellas Artes en de Pontevedra na­ci­da en 1989. Betty es una ac­ti­vis­ta blog­ger. Una ena­mo­ra­da, ade­más, de lo ana­ló­gi­co, del pa­pel, de la crea­ción: co­lla­ges, có­mic, di­bu­jo, poe­sía vi­sual. A ve­ces en su blog http://bettyturnsblue.blogspot.com/ anun­cia la ven­ta de sus fan­zi­nes de edi­ción li­mi­ta­da (to­dos he­chos a mano) que po­co a po­co van su­man­do una gran co­lec­ción. En 2010 Betty Blue au­to­pu­bli­có el li­bro Autopsia. Pasta du­ra, pá­gi­nas a to­do co­lor y más de cin­cuen­ta obras im­pre­sas en un pa­pel que ya po­dría en­vi­diar Taschen. La emo­ción y el or­gu­llo ase­gu­ra­dos pa­ra quie­nes po­sean un ejem­plar de es­ta obra en su estantería.

WE LOVE MONDADORI 
VV, de Coetzee, Patricio Pron, Bret Easton Ellis, Javier Calvo, Dave Eggers, Jordi Carrión…

Si 2009 ya fue un año bru­tal pa­ra la edi­to­rial Mondadori con pu­bli­ca­cio­nes co­mo Nueve Lunas, de Gabriela Wiener, Los Monstruos de Dave Eggers o El fon­do del cie­lo de Rodrigo Fresán, en 2010 han con­se­gui­do su­pe­rar­se pu­bli­can­do no só­lo lo me­jor de la li­te­ra­tu­ra ex­tran­je­ra, (ha­blo otra vez de Eggers, o de Coetzee y su no­ve­la Verano, pa­ra al­gu­nos la me­jor del año… o in­clu­so de Bret Easton Ellis) sino tam­bién lo me­jor de las le­tras es­pa­ño­las con­tem­po­rá­neas. Corona de flo­res, de Javier Calvo, El mun­do sin las per­so­nas que lo afean y lo arrui­nan, de Patricio Pron y Los muer­tos, de Jordi Carrión son ejem­plos de ello. Tres vo­ces muy dis­tin­tas, tres li­bros muy dis­tin­tos, tres au­to­res con per­cep­cio­nes muy di­fe­ren­tes de lo que sig­ni­fi­ca la li­te­ra­tu­ra y al mis­mo tiem­po esen­cia­les en el pa­no­ra­ma. Sí. Amamos Mondadori. ¿Qué nos trae­rá en 2011?

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Por Marlon Dean Clift

Red Dead Redemption, de Rockstar Games.

El gran bluff, evi­den­cia del dé­bil áni­mo crea­ti­vo que ata­ca a la in­dus­tria del vi­deo­jue­go con­tem­po­rá­nea. Apelar ras­tre­ra­men­te a la nos­tal­gia y a los mi­tos, ven­der una fal­sa ex­pe­rien­cia su­mer­si­va… y lu­crar­se por­no­grá­fi­ca­men­te. Dude, whe­re’s my Rockstar Games?

Community, de Dan Harmon

La sit­com au­to­cons­cien­te, un lim­bo don­de reali­dad y fic­ción dia­lo­gan sin sa­lir­se de la cua­drí­cu­la de la co­me­dia en­la­ta­da en ra­cio­nes de vein­ti­tan­tos mi­nu­tos. Es pre­ci­sa­men­te aho­ra cuan­do emer­ge co­mo pro­duc­to de cul­to, se­ñal de lo des­nor­ta­dos que an­da­mos por cul­pa de tan­ta te­le­vi­sión de ¿ca­li­dad?

Crazy For You, de Best Coast.

Pese a lo apa­ren­te, no se tra­ta de otro pro­duc­to re­vi­va­lis­ta; más bien re­cal­ca la ru­ta que unía a Jesus & Mary Chain con Phil Spector y los Beach Boys. Una que por muy ob­via que pa­rez­ca, se ha nin­gu­nea­do no po­cas ve­ces al tra­tar la al­qui­mia del pop pluscuamperfecto.

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Por Mikelodigas

Scott Pilgrim, de Bryan Lee O’maley.

Tanto el có­mic co­mo la pe­lí­cu­la, son un an­tes y un des­pues en am­bos cam­pos. Rompe con to­do, con la his­to­ria mas tí­pi­ca de la his­to­ria del mun­do dán­do­le un gi­ro de 360º

Asterios Polyp, de David Mazzucchelli.

Una ma­ne­ra de na­rrar, com­po­si­ción de vi­ñe­tas, uso del co­lor, di­se­ño de per­so­na­jes, un to­do en ge­ne­ral que no ha­bía vis­to en bas­tan­te tiem­po. Un des­cu­bir­mien­to pa­ra mi de úl­ti­ma ho­ra que me ha encantado.

Tron Legacy BSO, de Daft Punk.

Simplemente ge­nial, un dis­co que hay que es­cu­char­lo a to­do vo­lu­men y que los ve­ci­nos en vez de mo­les­tar­se con la rui­de­ra… ¡Disfruten tam­bién de él!

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Por Mr. Mortem

Panty & Stocking with Garterbelt, de Gainax

Dos án­ge­les ex­pul­sa­das del cie­lo, una pi­ja adic­ta al se­xo y otra una gó­ti­ca adic­ta al dul­ce, tie­nen que ma­tar fan­tas­mas de la ciu­dad en­tre el cie­lo y el in­fierno pa­ra po­der re­gre­sar. Una lo­cu­ra de Gainax que ahon­da en la ex­pe­ri­men­ta­ción tan­to mu­si­cal co­mo vi­sual con ex­qui­si­tas re­fe­ren­cias ha­cia to­da la his­to­ria del ci­ne to­do bien ade­re­za­do de hu­mor es­ca­to­ló­gi­co; mi­ria­das de mier­da y se­xo en­tre pu­ra van­guar­dia del ani­me. La se­rie de la tem­po­ra­da jun­to a la muy tam­bién des­ta­ca­ble Highschool of the Dead.

Seven Idiots, de World’s End Girlfriend

Katsuhiko Maeda lo ha vuel­to a ha­cer. En es­ta oca­sión ac­tua­li­za su neo-clasicismo ex­pe­ri­men­tal gra­ban­do su dis­co de la for­ma más pe­cu­liar po­si­ble: crear la mú­si­ca pa­ra un co­ro, mu­si­ca­li­zar el can­to del co­ro con una or­ques­ta y eli­mi­nar los co­ros de la gra­ba­ción fi­nal. El re­sul­ta­do es una epo­pe­ya de tono re­li­gio­so tan épi­ca co­mo fas­ci­nan­te, una obra de ba­llet sin ba­llet tan in­men­sa y per­fec­ta que en el fu­tu­ro se es­tu­dia­rá en los con­ser­va­to­rios. La au­tén­ti­ca co­li­sión del zeit­geist de la dé­ca­da de los 00’s con la realidad.

Balada Triste de Trompeta, de Alex de la Iglesia

El post-humor era es­to. Si se­gún ex­pli­ca­ba Darío Adanti el hu­mor es­ta mo­ti­va­do por la po­si­bi­li­dad del fra­ca­so el pa­ya­so es el ser ab­so­lu­ta­men­te fra­ca­sa­do en to­das las po­si­bles fa­ce­tas de su exis­ten­cia. El pa­ya­so co­mo mons­truo, co­mo ser no-humano que só­lo pue­de re­fu­giar­se en la ri­sa pro­pia o aje­na, pa­ra se­guir vi­vien­do co­mo hu­mano. Una obra maes­tra que, con el tiem­po, se ob­via­ran sus fa­llos me­no­res pa­ra re­co­no­cer su au­tén­ti­ca genialidad.

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Por Noel Burgundy

1. El mag­ní­fi­co es­ta­do de las jó­ve­nes edi­to­ria­les es­pa­ño­las, con Blackie Books (Conquista de lo inú­til, las re­edi­cio­nes de Gómez de la Serna y Jardiel), Belleza Infinita (Hervir un oso) y Los Libros de Mondo Brutto (Los mi­llo­nes, de Santiago Lorenzo) a la ca­be­za. Quizá su ma­yor acier­to ha­ya si­do sa­ber to­mar el pul­so del lec­tor a tra­vés de unas re­des so­cia­les que es­te año se han mi­li­ta­ri­za­do: fe­nó­me­nos co­mo WikiLeaks han tras­la­da­do el com­ba­te so­cio­cul­tu­ral a Internet, abrien­do la puer­ta a una dé­ca­da que se pre­vee mar­ca­da por la radicalización.

2. La tem­pes­tad de Shakespeare, re­in­ter­pre­ta­da por Sam Mendes y es­tre­na­da en el Teatro Español de Madrid co­mo par­te del sen­sa­cio­nal Bridge Project. La in­mi­nen­te ver­sión ci­ne­ma­to­grá­fi­ca de Julie Taymor ten­drá que afi­liar sus uñas al má­xi­mo pa­ra ro­zar las co­tas de he­te­ro­do­xia e in­ge­nio de Mendes, que con­tó con un so­ber­bio Stephen Dillane co­mo Próspero y no tu­vo re­pa­ros a la ho­ra de abra­zar el ca­rác­ter mis­té­ri­co, im­pe­ne­tra­ble de la obra.

3. The End, el do­ble epi­so­dio fi­nal de Lost, des­ti­na­do a con­ver­tir­se en el gran acon­te­ci­mien­to te­le­vi­si­vo de mi ge­ne­ra­ción. También es un po­lé­mi­co bro­che de oro pa­ra una fic­ción que ser­vi­rá de puen­te en­tre el pa­sa­do y un fu­tu­ro trans­me­dia que aho­ra no po­de­mos ima­gi­nar. 2010 tam­bién ha vis­to el cie­rre de otra gran sa­ga, Toy Story (Pixar); ade­más de la es­pe­ra­da edi­ción es­pa­ño­la del fi­nal de una de las se­ries más im­por­tan­tes del có­mic mains­tream: Planetary, de Warren Ellis y John Cassaday.

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Por NtmeC

Kick-Ass, de Mark Millar.

Nunca he si­do un gran lec­tor de te­beos; a de­cir ver­dad ape­nas he leí­do te­beos, más allá de Asterixes, Mortadelos y otras bru­gue­ra­das. Mi ca­sa es­tá muy le­jos de cual­quier tien­da de có­mics, y la gen­te que co­no­cía no era muy ami­ga de las vi­ñe­tas. Y me hu­bie­ra gus­ta­do ser el lec­tor em­pe­der­ni­do y afi­cio­na­do lo­co a la his­to­rie­ta tí­pi­co (o por lo me­nos la idea que yo siem­pre he te­ni­do de eso: la de un ti­po in­tere­san­te y cha­chi). Por eso, el pa­je­ro de los su­per­hé­roes que pre­ten­de con­ver­tir­se en uno no me to­ca la fi­bra tan­to por iden­ti­fi­ca­ción di­rec­ta co­mo por el de­seo de pa­re­cer­me a él en su pa­je­rez: no quie­ro ser Kick-Ass, quie­ro ser el mu­cha­cho. El fo­llar na­da y el ser un prin­gao ya lo te­nía gra­tis en aque­lla épo­ca, pe­ro el sa­ber de dón­de de­mo­nios sa­le Lobezno y to­da la tro­pa que le ro­dea y en­ci­ma po­der ha­blar­lo con mis ami­gos me pa­re­cía la hostia.

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Por Peter Hostile

Literatura:

Los Millones, de Santiago Lorenzo

Pocas ve­ces se ve, y me­nos en­tre las no­ve­da­des li­te­ra­rias es­pa­ño­las, un li­bro que no es­té idea­do pa­ra con­sa­grar a su au­tor, he­cho con la úni­ca y sim­ple in­ten­ción de con­tar una his­to­ria. Y ha­cer­lo bien. Hacerlo muy bien. Una his­to­ria que por su apa­ren­te sen­ci­llez te atra­pa y te ma­ra­vi­lla a me­di­da que avan­zas las pa­gi­nas, y cuan­do me­nos te lo es­pe­ras re­sul­ta que has lle­ga­do al fi­nal por­que no has po­di­do sol­tar el li­bro en horas.

Recomendación ex­press:

A la ca­ra, Christa Faust

Comic:

Planetary to­mo 2, de Warren Ellis y John Cassaday

POR FIN dis­fru­ta­mos del fin de las an­dan­zas de Elijah Snow, Jakita Wagner y The Drummer. ¿Y una vez lle­ga­dos al fi­nal que nos que­da? Pues pe­na, mu­cha pe­na an­te la cer­te­za de no dis­fru­tar nun­ca más de las an­dan­zas de la or­ga­ni­za­ción Planetary. Pero tam­bién re­go­ci­jo al ver una se­rie re­don­da de prin­ci­pio a fin.

Recomendación ex­press:

Kick-Ass, de Mark Millar

Música:

Ritornano Quelli Di…, de Calibro 35

Banda Milanesa ins­tru­men­tal de Free Jazz ha­cien­do ver­sio­nes de ban­das so­no­ras de pe­lí­cu­las ita­lia­nas de se­rie B. UN MUST. Si des­pués de es­cu­char Eurocrime! no te en­gan­cha qui­zá ten­gas que cam­biar a otras co­sa, pe­ro te es­ta­rás per­dien­do al­go maravilloso.

Recomendación ex­press:

Eve, de Ufomammut

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Por Rak Zombie

They Tell Us Death, de Calabrese.

Tercer dis­co de la ban­da ame­ri­ca­na de Horror Punk, sen­ci­llo y con un con­te­ni­do si­mi­lar al que se pue­de en­con­trar en sus pre­de­ce­so­res, lo bueno es que me gus­ta que sea más de lo mis­mo y que si­gan así. Serie B a po­rro­nes en ve­lo­ces me­lo­días pa­ra que los aman­tes del ci­ne de te­rror les lla­me­mos muer­te co­mo bien se merecen.

This is England’86, de Tom Harper y Shane Meadows.

Serie he­cha en Inglaterra, en una suer­te de acer­ca­mien­to de Skins pe­ro con skins, con eso ya lo di­go to­do. Y nos na­rra, co­mo de­ja in­tuír su tí­tu­lo, co­mo van las vi­das de los per­so­na­jes de la pe­lí­cu­la This Is England pe­ro tres años des­pués. Con una fo­to­gra­fía y ban­da so­no­ra ex­ce­len­te lo más im­pac­tan­te pa­ra los que ha­yan vis­to la pe­lí­cu­la son lo cam­bios de look de in­far­to. Espero que na­die llo­re por es­to úl­ti­mo, yo ca­si lo hice.

Balada Triste de Trompeta, de Alex de la Iglesia.

Lo pri­me­ro, qué bo­ni­to que­da su nom­bre en in­glés. Lo se­gun­do, no le veo na­da ma­lo. Lo ter­ce­ro, es­toy ena­mo­ra­da de Carlos Areces, aun­que eso ya ve­nía de mu­cho an­tes. No en­tien­do las ma­las crí­ti­cas ha­cia es­ta pe­lí­cu­la, aun­que tam­po­co en­tien­do las lis­tas de la me­jo­res pe­lis del año. Además es es­pa­ño­la y no lo pa­re­ce, va un pa­so más allá, jo­der, eso es bueno.

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Por Zark

Epic Mickey, de Warren Spector.

Relacionar la pa­la­bra «vi­deo­jue­go» con un úni­co ejem­plo es aho­ra más sen­ci­llo. Sin ata­du­ras a gé­ne­ros, sin con­di­cio­nes ni con­ce­sio­nes a la ho­ra de ac­tuar, sin sa­ber el re­sul­ta­do de tus ac­cio­nes, sin ma­las de­ci­sio­nes, sin pri­sa. Sin sig­ni­fi­ca­do de no ser por el que ca­da uno le da en su ex­pe­rien­cia de jue­go. Una ex­pe­rien­cia en­vol­ven­te, di­ver­ti­da, pau­sa­da y a la vez ner­vio­sa; pe­ro so­bre to­do, muy hermosa.

Metro 2033, de 4A Games.

Terror, in­ves­ti­ga­ción, si­gi­lo y ac­ción. Todo ello en un shoo­ter am­bien­ta­do en un mun­do post-apocalíptico con in­men­si­dad de de­ta­lles so­bre el que no­so­tros —y no un mu­ñe­co ju­ga­ble — , cons­trui­mos la his­to­ria. Una his­to­ria in­ten­sa que avan­za im­pla­ca­ble, sea cual­quie­ra la for­ma en la que que­ra­mos afron­tar­la, y que se atie­ne a un rea­lis­mo ló­gi­co de acción-reacción que, le­jos de abu­rrir, es­ti­mu­la y re­fuer­za nues­tro pro­ta­go­nis­mo. Ser el eje cen­tral de una ex­pe­di­ción con­tra mons­truos mu­tan­tes en una Rusia ver­te­bra­da, ya se lo di­go yo, es digno de ser vivido.

Red Dead Redemption, de Rockstar Games.

Tipos bue­nos y ma­los, ti­pos du­ros, di­li­gen­cias, trai­cio­nes, bo­rra­chos, plan­tas ro­da­do­ras, tram­pas en el pó­ker, due­los al Sol, da­mi­se­las en apu­ros, ex­ten­sas lla­nu­ras de­sier­tas, bi­son­tes, asal­tos a tre­nes, ci­ga­rri­llos col­gan­do de la bo­ca o, si lo pre­fie­ren y la dis­per­sión de los lí­mi­tes del gé­ne­ro que su­po­ne el jue­go no les pa­re­ce su­fi­cien­te, ta­ba­co de mascar.

¿Fin?

Y has­ta aquí lle­go la lis­ta más lar­ga de pe­que­ñas lis­tas de au­to­res que po­drán en­con­trar en la blo­gos­fe­ra co­no­ci­da. Ahora só­lo ca­be no ha­cer oí­dos sor­dos a las ex­ce­len­tes su­ge­ren­cias de mis in­vi­ta­dos y dis­fru­tar del glo­rio­so año que ha si­do en mu­chos as­pec­tos el ya pa­sa­do 2010. Y es­pe­rar un 2011 don­de po­da­mos re­pe­tir­lo con aun más vis­to­sas re­fe­ren­cias. En las pa­sio­nes se en­cuen­tran los te­so­ros del alma.

9 thoughts on “explorando las ruinas de la inmediatez pasada”

  1. Es tan in­men­so, tan ab­so­lú­ta­men­te in­abar­ca­ble que con ca­da es­cu­cha le des­cu­bro al­gún de­ta­lle que has­ta aho­ra se me ha­bía es­ca­pa­do. Lo de World’s End Girlfriend son ver­da­de­ras obras ca­te­dra­li­cias pe­ro es que, si ya te­nía has­ta el mo­men­to di­fi­cil su­pe­rar­se, des­pués de Seven Idiots es prác­ti­ca­men­te imposible.

  2. Ejemplar reu­nión, su­ge­ren­tes pro­pues­tas, aplau­sos entusiastas.

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