El problema de la ficción dramática como representación de la realidad es que se toma demasiado en serio como para jamás alcanzar un mínimo grado de verosimilitud. Es imposible creerse absolutamente nada de lo que hay delante nuestro cuando todo es exactamente lo que, teóricamente, los espectadores quieren ver. Ahora bien, si ya en los doramas este dramatismo es absoluto, en los animes de los cuales beben alcanza extremos absolutamente absurdos; de ahí la necesidad de una serie como Hanamaru Kindergarten de Gainax.
La serie comienza, como es habitual, cuando una jovencita conoce al hombre de sus sueños cuando este se para a ayudarla o lo sería si ella, Anzu, no fuera una niña de tres años y él, Tsuchida, sea su futuro profesor en la guardería Hanamaru. Con un comienzo esperpéntico todo acaba de definirse cuando Hanamaru conoce a una de las profesoras, la bella Yamamoto, de la cual se enamorará irremediablemente. Con este trío amoroso ya tenemos servido para una temporada de doce capítulos de malentendidos, pasiones refrenadas y humor, muchísimo humor. Siempre alrededor de lo que ocurre en Hanamaru se da una especial importancia a los niños, sean estos secundarios o no, concediéndonos siempre una perspectiva doble: la infantil y la adulta. Pero si algo destaca en la serie es la encantadora enciclopedia obsesa del cosplay de nombre Hiiragi, una adorable niña con los momentos más ingeniosos la serie. Aun con todo es una serie coral donde se siguen al pie de la letra los códigos más básicos de un dorama… hasta cierto punto.
El triángulo amoroso es ya de entrada imposible, es obvio que Anzu no acabará nunca con Tsuchida por muchos esfuerzos que ponga en ello, por lo cual el sentido romántico pierde gran fuerza en el contexto; o lo perdería de no ser por que estamos ante una de las historias de amor más sinceras del audiovisual contemporáneo. El amor de Anzu, puro y cristalino, se basa en el descubrimiento de como el mayor acto de amor no es, necesariamente, el luchar incesantemente por ser correspondido. Cuando su madre le dice que el poder del amor lo puede todo ella no lo comprende ya que es un guiño al espectador adulto; al que ya ha conocido el amor en todas sus puntiagudas aristas. Nos encarrilamos en un viaje hacia el amor donde se descubren todas las posibles facetas de como amar para, finalmente, aceptar la existencia de amores tan profundos y hermosos como puede serlo el de pareja. No es un anime para niños, es un anime para adultos que ya han conocido lo que durante doce episodios nuestra pequeña protagonista descubre. Lejos de los mecanismos del inenarrable anime clásico, en ningún momento intenta mostrarnos realidad alguna pues no es más que un cúmulo de absurda plausibilidad; un viaje del héroe hacia el descubrimiento del amor.
Quizás en Hanamaru Kindergarten encontramos un humor bien hilado, un cierto grado de amable absurdo y una naïf pero dulce historia de amor en la linea clásica del anime, pero es muchísimo más. El amor es algo que se puede expresar de tantas maneras como personas hay pues no amamos igual a dos personas distintas. No todo el amor es amor romántico ni todo amor puede alcanzar buen puerto; pero esto es algo que no creo que necesitan que les explique. Amar es saber cuando hay que hacer concesiones para otros amores.