La situación del hombre en el mundo se puede considerar una situación penosa y brutal, en tanto como animal somos entidades frágiles que apenas si podemos competir contra los demás nos vemos en la obligación de llevar una vida sedentaria basada en el gregarismo. Esto no tendría un mayor problema si nos guiáramos por una base instintiva pero, en el mismo momento que nuestro intelecto crítico crece, para nosotros la compañía del prójimo puede ser una tortura; una sangrante necesidad. Placebo, que durante toda su trayectoria ‑o, al menos, la que se puede considerar de verdad y no una mala broma- ha enfatizado este hecho hasta el paroxismo, ya nos daría todas las claves en su primer single, ’36 Degrees”.
La pesimista visión de las relaciones humanas de Placebo se ven enfatizadas desde un primer momento donde, a base de elucubraciones metafóricas pero contundentes, van destripando las relaciones como una forma de lepra sentimental. Y lo hace desde la primera frase cuando nos dice: “Estábamos apretados, / Sin embargo, caes en pedazos como la plata se torna en color azul.” De éste modo el primer acercamiento afectivo, y la primera declaración de intenciones, ya nos sumerge en una realidad brutal: el acercamiento afectivo es una forma de oxidación del hombre; los sentimientos son, parafraseando a Bauman, líquido. Tampoco continuará mucho mejor cuando, en otra metáfora completamente diferente, lo compara con “depilarse con la llama de una vela / y quemarse para ti”; configura toda relación sentimental como una preconfiguración de sufrimiento, de sacrificio para con respecto del otro. Ahora bien, no nos dejemos engañar, la visión de Placebo, que podríamos tachar de misántropa en un análisis superficial, está muy lejos de creer que toda relación sentimental es una mutilación del ser como entidad constructiva de sí.
De hecho si antes comparábamos el estado líquido de los sentimientos que articularía Bauman entonces deberíamos considerar que Placebo, en éste 36 Degrees, ya adelantaron toda la teoría líquida de los sentimientos del polaco. La canción es, en último término, una metáfora de una lipotimia sentimental; el amor, al prójimo o el romántico indistintamente, es como un agua donde estamos sumergidos llegando a un estado, los 36 grados, por debajo de nuestra condición natural. Pero no es que el amor sea así, sino que nos vemos obligado a ellos, como nos dice el estribillo: Alguien trató de inflingirme dolor (que es lo que me da miedo). El amor, y con ello toda relación sentimental humana, se ve mediada en la actualidad por un imperativo de tener que establecer esos lazos pero siempre sin compromiso real de perpetuación.
De hecho a partir de aquí destripar la significación de la canción es algo tan sencillo como ir descifrando cada una de las metáforas que arrincona. Por ejemplo, cuando Molko nos canta que todo es “Asignar su sentimiento, y pegarlo en una caja.” está enfatizando el hecho de como la sentimentalidad humana está mediada hasta convertirse en un juego anecdótico; los sentimientos se categorizan y exhiben, no se impregnan en los corazones de los otros. Aunque la crítica también es personal cuando afirma que “Pensé que conseguía quilates de oro, / y lo que obtuve fue a ti.” donde esa afirmación categórica de la infectación psico-social del poder con respecto de las relaciones humanas llega incluso a la relación personal del que canta. Por eso no es que las personas, cada vez más, se alejen más entre sí, sino que la sociedad en su necesidad de categorización y creación de lazos afectivos cada vez más laxos, siempre por su propio interés, hace devenir accidentalmente a las personas en misántropos aislacionistas. Si la afectividad humana se ha convertido en un trasunto del trabajo, ¿qué valor tiene la relación interpersonal con el otro?
La respuesta primera que nos ofrecen con respecto de esta cuestión estaría contenida ya en el principio de la propia canción “Nunca he sido una persona extrovertida, / pero todavía estoy respirando.” o, lo que es lo mismo, no importa que yo no tenga relaciones afectivas, o las limite en número, ya que a pesar de todo seguiré vivo. Y es así porque, como nos demuestra la experiencia de redes sociales como Facebook o Tuenti, la tendencia es a acumular “amigos” y “parejas sentimentales” como quien reúne cromos; ya no hay relaciones reales sino simulacros acuáticos de relaciones sentimentales. Por eso la respuesta contundente de Placebo es que siendo selectivo, no aceptando a cualquiera en su entorno más cercano, siguen viviendo. Claro que también afirmarán que “Siempre he sido una persona introvertida, / sangrando felizmente.” con la cual nos connotan la otra cara de la moneda: siempre se nos presenta a el otro, el que no es extrovertido ad nauseam, como una entidad huraña, infeliz, que siente un desprecio absoluto por la humanidad. Precisamente como la interpretación primera, y muy equivocada, que se podría hacer de esta canción.
Al final toda la canción es una metáfora de lo que vemos en su excelente videoclip: el grupo bajo unas aguas empantanadas se ahogan lentamente, saliendo cuando pueden a la superficie, para entonces ver como se les salpica de agua a base de patadas; como se relacionan sentimentalmente a través de las salpicaduras. O incluso, en el peor de los casos, como se retuercen de dolor en esas aguas empantanadas cargando troncos de madera o intentando llegar hasta una tierra que se deshace en sus manos, metáforas de un intento infructuoso de crear relaciones sólidas. Todo para, al final, dejar que sus instrumentos, su medio para expresar sus auténticos sentimientos, broten hasta la superficie.
Pero en el último párrafo es donde encontramos la más brutal de las declaraciones de intenciones. Cuando afirman que ’47 2 3 9 8 5 — Tengo que respirar para seguir con vida, / y 1 4 2 9 7 8 — se siente como me voy a ahogar. / 14 16 22 — esta piel que aparece en color azul ampolla.” no dejan ya ningún lugar a dudas, el sentimentalismo líquido produce los mismos efectos que estar sumergido demasiado tiempo en el agua: lipotimia. Las personas necesitamos las relaciones humanas para seguir con vida pero, en cuanto boqueamos en ese medio nocivo que se da en nuestro contexto, comenzamos a ahogarnos hasta comenzar la mimetización con ese medio acuoso de nuestro alrededor. Por eso acaba con ese brutal “Hombros, dedos de los pies y rodillas, tengo 36 grados.” porque ese es el problema auténtico final: las coyunturas, lo que une los diferentes miembros y los articula en movimiento común, se atrofian por debajo de su relación connatural. Porque las personas, en su mayoría, se relacionan en simulacros de relaciones sentimentales sin ser capaz de ver más allá de su laguna infecta. Y por eso, Placebo, se adelantarían en casi una década a Zygmunt Bauman. “Atascado en el interior de las circunstancias, / estoy sólo en la superficie.”
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