Toda predicción condiciona el efecto de la misma. Cuando suponemos que un determinado objeto nos interesará de forma particular estamos condicionando nuestra visión al respecto; nunca podemos estar seguros de si nuestro criterio no está contaminado por nuestras expectativas, lo cual hace que toda predicción sea siempre provisional, inexacta y condicionante. Partiendo de esa base, predecir desde la tibieza es una manera tanto de no condicionarse como de no equivocarse, de sabotear la visión propia. Aunque siempre aptos para el autosaboteo, nuestro caballo de batalla para la temporada de primavera fue Ore Monogatari!! cuando la serie que se ha llevado el gato al agua como la mejor ha sido Kekkai Sensen. También es cierto que de las cinco series destacadas al menos cuatro —ya que Ninja Slayer, por desgracia, ha optado por mantener un perfil bajo— han demostrado sobradas capacidades para interesarnos, aunque sólo una de ellas tiene algo por lo que ha destacado de forma notable por encima de lo que debería ser la producción media.
Cuatro obras interesantes, ninguna potencial obra de culto. No es mala cosecha. La temporada de verano de anime, sin embargo, viene con promesas mucho más contundentes: con cinco series a destacar y con al menos dos de ellas habiendo demostrado ya un potencial asombroso, las otras tres elegidas tienen grandes nombres detrás que prometen la posibilidad de una escalada más que interesante. Necesitaremos algo más de tiempo para averiguarlo, ya que nunca se sabe cuánto puede dar de sí una obra hasta que ha concluído. De momento conformémonos con presentar a las candidatas, porque el verano, además de caluroso, se antoja animado.
Charlotte (por P.A. Works, de Yoshiyuki Asai)
Tener un poder sobrenatural, por más imperfecto que sea, siempre tiene sus ventajas. Ser capaz de adentrarse en los cuerpos de otros durante unos segundos, aunque eso suponga dejar el propio en un evidente estado de inconsciencia, puede tener tener una cantidad cuasi infinita de usos; ahora bien, que casi ninguno de esos usos se puede considerar legítimo o moralmente respetable ya es otro cantar. Y en el caso de Yū Otosaka, el abuso de estos poderes lo pondrá bajo el radar. ¿Bajo el radar de quién? De la academia que resulta ser un equivalente otaku de la Escuela Xavier para Jóvenes Talentos a la que será transferido cuando se descubra que entró en el más prestigioso instituto de la ciudad gracias a sus poderes.
Teniendo a Jun Maeda como guionista sólo nos cabe esperar una cosa: un drama que nos conmueva hasta las lágrimas. No existe otra posibilidad cuando interviene el creador del nakige, o juegos de llorar —denominados así por explotar, dentro de las visual novel, tramas melodramáticas con desarrollos melancólicos que conducían al jugador a romper en lágrimas — , no podemos esperar nada más que una tristeza soterrada que vaya conduciéndose lentamente desde lo mágico y el humor hacia un autodescubrimiento donde no haya lugar más que para la tragedia y, en último término, la posibilidad de redención. Pese a todo, existen ciertos riesgos asociados. En el caso de Maeda es su primer trabajo como guionista de anime, del mismo modo que es el primer trabajo como director de Asai. Pese a todo, la serie promete ser una de las más destacadas de una temporada que ya viene, per se, cargada de grandes promesas.
Gangsta. (por Manglobe, de Shukou Murase)
En un pueblo completamente dominado por la mafia, donde la policía debe contar con criminales para poder hacer cumplir la ley, ni siquiera los más fuertes están a salvo de las conspiraciones. Existen lealtades, secretos, alianzas antiguas. Con más sombras que luces, sin saber nunca del todo lo que ocurre, este es un mundo donde la corrupción, el dolor y la muerte son el pan de cada día, ya que no existe nada ni nadie que vaya a cambiar las cosas. Ni siquiera los héroes. Porque, ¿acaso existen héroes todavía? Porque, ¿acaso los héroes fueron alguna vez algo más que hombres vistos desde la perspectiva adecuada para engrandecerlos?
Esta adaptación del manga original de Koshke ha conseguido, por méritos propios, ponerse rápidamente en cabeza de los mejores de la temporada. Con un opening extravagante, contundente y juvenil consigue transmitirnos las bases de la historia en apenas sí cuatro trazos: drogas, violencia, sense of wonder y cierto aire de familiaridad. La historia va desentrañándose lentamente, sin grandes aspavientos, mostrando poco a poco el escenario en el cuál transcurre su miseria; recuerda, en muchos sentidos, a una versión menos experimenta, tanto en el contenido como en lo formal, de Kekkai Sensen. Aunque también más centrada que aquella. Siendo que Shukou Murase es director de Ergo Proxy, lo único que puede echar atrás de Gangsta es su peculiar dirección artística; por otra parte, si ese es el único defecto posible que podemos sacarle a los dos primeros episodios de una nueva producción, es muy probable que cumpla de sobra con sus propósitos.
Prison School (por J.C.Staff, de Tsutomu Mizushima)
La academia Hachimitsu es una de las academias para chicas más estrictas de todo Tokio. Cuando la academia se hace mixto y cinco chicos entran en ella, poco pueden imaginar que su reglamento interno poco tiene que envidiar al de los internados femeninos decimonónicos más extremos; cuando además incumplan las normas de la forma más salvaje posible al ser descubiertos espiando el vestuario de las chicas, todo derivará rápidamente en la peor de las pesadillas: tendrán que pasar un mes encerrados en una cárcel dentro del campus o ser expulsados automáticamente del mismo. Aunque dado que ninguno de los cinco ha interactuado jamás con una mujer, quizás esta sea su mejor oportunidad para hacerlo.
Nazi explotation versión anime en el contexto de una conspiración en el interior de una academia femenina. Aunque en principio no suena demasiado apetecible, el staff detrás de la serie —los mismos detrás de Shirobako y xxxHOLIC, al menos en lo que corresponde con dirección y guión— y el hecho de que el autor del manga original, Akira Hiramoto, lo escribiera con la pretensión de ridiculizar al fandom que sólo desea clichés y erotismo mal entendido, hace que sea interesante, cuando menos, echarle un vistazo. Y el resultado es desconcertante. Con todos los clichés del cine exploitation por bandera, retuercen los principios del ecchi —o en no jerga, «erotismo»— de tal modo que no queda claro si es una celebración extremadamente sincera del erotismo más absurdo o una parodia tan brutal, salvaje y descarnada que resulta difícil de diferenciar de una posible celebración. Sólo el tiempo dirá, pero cabe recomendarla para cualquiera que añore la despreocupada demencia europea de los 70’s.
Ranpo Kitan: Game of Laplace (por Lerche, de Seiji Kishi)
A veces la vida puede ser tan tranquila y apacible como extremadamente aburrida. No así en la ficción. Kobayashi se despierta un día en mitad de clase con una sierra en las manos y su profesor enfrente de él convertido en una escultura, descubriendo en el proceso que existe, en alguna parte ahí fuera, un mundo emocionante que hasta el momento le había sido vedado. A partir de ahí, como principal sospechoso del asesinato, conocerá al detective Akechi, una eminencia de diecisiete años que disfruta resolviendo crímenes anormales por diversión. Unidos por las circunstancias, Kobayashi querrá entrar a trabajar con Akechi, para lo cual éste le pondrá una única condición: que sea capaz de descubrir al auténtico culpable del asesinato del cual es culpado.
Inspirado en las obras de Edogawa Ranpo, todo lo que podemos esperar de Ranpo Kitan: Game of Laplace se nos presenta desde el primer episodio: intertextualidad, equívocos humorísticos, tramas detectives clásicas y esteticismo gore. O lo que es lo mismo, Ranpo actualizado al presente. Si además sumamos que detrás están el director y el guionista de Assassination Classroom, uno de los tándem más rompedores de la animación actual, las expectativas suben hasta la estratosfera. Y los dos capítulos emitidos las cumplen. Con un opening soberbio, una tremenda voluntad de experimentación, un cuidado exquisito de la fotografía y un guión que apuesta por el misterio sin abandonar nunca ciertas trazas de humor grueso, es lo más cerca que hemos estado nunca de ver una obra de Ranpo en su estado más puro en formato bidimensional. Potencialmente, un futuro clásico.
Wakaba Girl (por Nexus, de Seiji Watanabe)
Tener la cabeza llena de sueños extravagantes puede ocurrirnos a todos, aunque lo que es extravagante siempre puede cambiar según la perspectiva que asumamos. Wakaba Kohashi, la hija pequeña de una adinerada familia nipona, decide que su sueño vital es llegar a ser una gyaru después de ver a una pizpireta colegiala adolescente. A partir de entonces logrará acceder a un instituto normal, tener un uniforme y ser, en último término, aquello que desea: una adolescente normal y corriente. Aunque, por otra parte, se hace bastante difícil ser normal y corriente cuando tu comportamiento denota, de forma constante, que has vivido siempre entre algodones.
Otra obra de un director novel con un guionista de renombre: Jukki Hanada, guionista de K‑On!. Como la temporada pasada con Hibike! Euphonium debemos esperar chicas monas haciendo cosas adorables, pero elevado hasta la máxima potencia: si en K‑On! y Hibike! Euphonium existía la excusa de lo musical para poder desarrollar alguna clase de trama o conflicto, aquí todo es dependiente de unos personajes que, por lo demás, rozan peligrosamente el cliché. Como adaptación de un 4koma es ejemplar al elegir una dinámica de capítulos cortos donde desarrollar gags breves conectados bajo un desarrollo común en el cual las chicas pueden hacer lo que les es propio, ser lo más moe posible. Pese a todo, su dirección artística es fabulosa y la dirección parece salirse del ABC de esta clase de series, por lo cual se hace interesante seguirla. Porque si bien el verano no nos deja descanso, al menos en esta ocasión ha llegado con cinco proposiciones que bien podrían ser el sueño de un futuro animado.
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