Nadie regresa tras su paso por la tierra de los muertos, porque después de ese último paseo la vida carece por siempre del vivo color de la esperanza. No queda nada, siquiera la posibilidad de la nada. Todo temor es en último término el miedo a la muerte, a desaparecer del mundo —porque el mundo lo es todo, nada existe más allá de él ni siquiera si existiera; si existe un afuera del mundo, es un afuera de la existencia — , incluso en aquellos casos que parecen ajenos a sus dominios: el miedo a la soledad es el miedo a la muerte social, a no tener con quién compartir la vida; el miedo a la enfermedad es el miedo a la muerte de la salud, a no tener posibilidad alguna de vivir; y el miedo al futuro es el miedo a la muerte del presente, a no comprender la vida en sí misma. Cuando se visita la tierra de los muertos es imposible volver sin una profunda herida en el corazón que nos recuerde, al menos en secreto, que estamos marcados para volver con ellos algún día.
El inspector Minami sólo conoce del martillar de su pensamiento. とくとく. La culpa le atraviesa de forma constante; intenta huir del pasado, pero este le persigue de forma constante. とくとく. Siempre toma malas decisiones, siempre está donde no debe: con su amante cuando debería estar con su familia, con su familia cuando debería estar en su trabajo, en su trabajo cuando debería estar con su amante. とくとく. Quiere olvidar, pero no puede; quiere dormir, pero no puede. とくとく. Tiene que resolver el caso de un asesino en serie de muchachas jóvenes, pero sus compañeros hacen más avances de los que él consigue. とくとく. Asuntos internos le persigue, la mafia le persigue, la vida le persigue. とくとく. Sabe que ya está muerto, lo que no sabe es cuando se materializará la muerte とくとく. Sólo desea no tener que cargar con su vida. とくとく.
Japón, 15 de Agosto de 1945. Después de la rendición, el emperador perdió su estatus de dios y el país quedó bajo la tutorial mirada de EEUU; sólo hay vencedores, los gaijin, y derrotados, los japoneses; en semejante contexto, la policía hace todo lo que puede: mantiene el orden entre las mafias organizadas como negocios paralegales, investigan casos de asesinatos a través de palizas y más asesinatos, se mantienen a flote sin recursos materiales ni humanos mientras asuntos internos realiza purgas sistemáticas de entre sus filas. とくとく. Cada de brujas. とくとく. El inspector Minami ve como su vida se derrumba del mismo modo: su hija tiene una infección de ojos que no se cura, su familia no tiene dinero para comer todos los días, tiene que mantener a su amante, un jefe mafioso le persigue para obtener información a cambio de drogas y dinero. とくとく. Es policía, pero no lo parece. Cuando tiene que investigar el caso de asesinato y violación de una serie de chicas, chicas jóvenes, chicas jóvenes que le miran triste, chicas jóvenes que le miran triste cuando aún están vivas, su mundo comienza a colapsarse. とくとく. No son chicas, son metáforas de la vida. とくとく. Metáforas de la existencia. とくとく.
En Tokio Año Cero encontramos un Japón de posguerra devastado, un país que necesita tragarse su orgullo para descubrir cuál es su nuevo lugar en el mundo. Su nuevo lugar junto a las ratas. Todo son escombros físicos y morales, no existe asidero alguno ni siquiera en su estilo; es obsesivo, enfermo, pútrido: todo cuanto encontramos son repeticiones y aliteraciones y ausencia de variaciones; todo es recursivo, subyugante, asfixiante. El mundo colapsa, se desmorona, no queda nada. No son chicas, son metáforas de la vida. Reinventa la novela negra creando algo nuevo, inhóspito, que ningún hombre debería conocer jamás. Pero lo conocen. Todo son escombros físicos y morales, no existe asidero alguno ni siquiera en su género; cualquier pretensión de abrazar las convenciones para aliviarse, reconocer gestos maniqueos asumidos como rasgos de estilo, nos hará caer de nuevo por el desfiladero. El mundo colapsa, se desmorona, no queda nada.
La guerra no acaba nunca, la guerra empieza cuando acaba. Los soldados vuelven del frente muertos, los hombres encuentran sus casas destruidas y sus mujeres violadas y sus hijos quemados como ellos destruyeron casas y violaron mujeres y quemaron hijos allá donde estuvieron; la guerra empieza cuando acaba, porque ningún soldado es capaz de volver a la vida. Todos ocultan su condición, fingen estar vivos. とくとく. Sufren de enfermedades mentales, sufren de enfermedades morales, sufren de enfermedades físicas. とくとく. Como mataron han muerto, la guerra empieza cuando acaba. No hay dinero ni sueño ni nada salvo caer de nuevo por el desfiladero. El mundo colapsa, se desmorona, no queda nada.
Hombres muertos, de vida desgarrada, que intentan olvidar lo que hicieron en la guerra. Uno viola, mata, disfruta su condición de hombre muerto, de vampiro; el otro investiga, no duerme, sufre su condición de hombre muerto, de zombie o de espíritu. Pero ambos están muertos.
Sólo hay vencedores, los gaijin, y derrotados, los japoneses. A los únicos que beneficia la guerra es a los vencedores, los que hicieron la guerra desde los despachos, los que ocuparon el país sin haber entrado en combate; los otros se quedaron en sus casas, eran los derrotados, los que combatieron y no ocuparon. とくとく. La muerte es la bota de un gaijin ocupando el espacio de primera clase en el tren; la muerte es la bota de un japonés ocupando el espacio de tercera clase en el tren. Cuando se visita la tierra de los muertos es imposible volver sin una profunda herida en el corazón que nos recuerde, al menos en secreto, que estamos marcados para volver con ellos algún día. とくとく. A los únicos que beneficia la guerra es a los vencedores, a quienes decidieron empezar una guerra sabiendo que eso destruiría el espíritu de sus hombres. とくとく. Hombres muertos. とくとく. Hombres con una profunda herida en el corazón. とくとく. Hombres marcados para volver algún día とくとく. Aquello que late no es el corazón. とくとく. Es la muerte acechando. とくとく.
Nadie regresa tras su paso por la tierra de los muertos, porque después de ese último paseo la vida carece por siempre del vivo color de la esperanza. Los muertos no tienen corazón, aunque la muerte suene como un corazón desvelado.
とくとく.