Ver la belleza en el hecho fallido es algo que necesita de una sensibilidad especial de la cual el consumidor medio del melodrama y el bestseller barato de la temporada carece. El porque rebuscar entre los juguetes rotos del vertedero de la cultura solo lo sabe aquel que sabe paladear los guisos de las más altas y las más bajas cocinas. Y si alguien es perfecto para guiarnos en semejante periplo ese es Jordi Costa con Mondo Bulldog.
En este imprescindible Mondo Bulldog nos encontramos un psicotrónico por lo más granado y lo más abyecto de la bizarrez tanto allende los mares como en nuestra propia piel de toro. Dividido en cinco capítulos nos da una sórdida mirada hacia las acanaladuras de la cultura mientras, entusiasmado, nos explica la pura genialidad de estos despiadados artefactos naïf. Aunque el grueso del libro, casi la mitad, este dedicado al cine no duda en abordar todos los espectros de lo audiovisual además de darnos un buen repaso por el mundo del ser humano como producto trash: el freak. Con un estilo ligero y con profusión de nombres de toda índole vivisecciona con certeza mientras nos enseña las tripas del monstruo que hay detrás de la pared. Un monstruo que, por otra parte, nos encarga de señalar una y otra vez que no es malvado o premeditado, es accidental y ahí está su encanto, es genuino. Lo trash surge, generalmente, en un accidental intento de hacer un ente cultural o artístico de valor que sin embargo acaba en un fracasado intento. En otras ocasiones es premeditado pero en otras muchas ni siquiera existe ninguna clase de intencionalidad cultural en el producto trash. Lo trash lo es por el mérito propio de serlo.
Quizás cabe destacar como su mirada hacia el trash en la televisión ha quedado ya desfasada a la par que legitimizada hasta extremos que rozan lo absurdo. Si antes en la televisión se humillaba, despreciaba y procuraba dejar constancia de ello al extraño, al freak, lentamente se le fue glorificando en una suerte de recompensa por los abusos sufridos en el pasado. Actualmente ante el grotesco patíbulo de monstruos de feria que es nuestra televisión se han cumplido los designios del trash: ya no existe la norma, todo es trash. Por supuesto este asfixiante extremo, que probablemente no pudo imaginar hace algo más de una década Costa, ha dado la vuelta al espectáculo basura televisivo. En la tele tenemos unos monstruos que han ascendido hasta una posición de poder mediático, legitimizados como la fuerza del ciudadano común o, al menos, de aquel con una cultura que no pasa del Hola. Auténticos monstruos como Belen Esteban complacen la erosión de la cultura para vanagloria de jubiladas y amas de casa de vida amargada mientras los jóvenes que se dicen de gustos más refinados se burlan de la arrabalera mediática que re-inventa las etapas de la historia de la humanidad. Si podemos considerar Salvame Deluxe el epicentro de Lo Trash español o si deberíamos realizar un suicidio ritual masivo es ya, motivo, de otro posible artículo.
Sea como fuere Jordi Costa nos da varias atentas y analíticas miradas hacia el territorio del estercolero cultural para que nosotros podamos sacar nuestras propias conclusiones de que es y que no es exactamente lo trash. Desde los ejemplos más evidentes como Ed Wood hasta los momentos más particulares como John Holmes es un manual perfecto para entender que se cuece tras las costuras de lo oficial. Aquí yacen las entrañas de la cultura ortodoxa.
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